Garage Sound Festival: Nashville Pussy

Tras un espectáculo de las performers inglesas «Fuel Girls» y sus malabarismos con fuego, la primera edición del Garage Sound llegaba irremediablemente a su fin con la actuación de los americanos Nashville Pussy.

Con más de 20 años de carrera a sus espaldas y varios buenos discos de hard rock con toques sleazy y tintes glam facturados eran el final perfecto para un evento tan rockero y con olor a gasolina quemada. Gran parte del público no lo entendió así y el cansancio acumulado de las dos intensas jornadas vividas provocó una desbandada generalizada de gente hacia la salida del auditorio tras el concierto de Thunder.

Los de Atlanta no se amilanaron y salieron a escena iniciando el show a todo gas con «Everybody´s fault but mine», canción que abre su último disco de estudio «Up the dosage», y con la más antigua «Piece of ass» provocando los primeros escarceos y bailoteos entre el escaso público.

La mayor parte del peso de la descarga de Nashville Pussy recayó, como no podía ser de otra forma, en el matrimonio fundador del grupo: el carismático Blaine Cartwright, que a pesar de dar la impresión de estar más estático que en otras ocasiones, tuvo sus momentos de locura encima del escenario, bourbon en mano, que llegó a beberse a largos tragos desde su propio sombrero (quién necesita un cuerno vikingo cuando tienes un sombrero tejano impermeable??.. qué grande!!). Su rasgada y peculiar voz, aunque a un volumen algo bajo, sonaba como el complemento ideal a los riffs que destripaba la guitarra de Ruyter Suys, su partenaire dentro y fuera del grupo desde 1996.

El sonido era algo sucio, pero cañero y potente, como debe sonar un grupo de estas características, y nos permitió disfrutar con la suficiente nitidez de cañonazos como «Pillbilly Blues», «I´m so high» o «Going down swinging» con Ruyter a lo suyo riff tras riff, solo tras solo, mientras agitaba sin descanso su larga melena rubia sin parar de moverse ni un momento, recordando a un tal Angus Young.

Dieron por finalizado su concierto con una de sus mejores canciones: «Good night for a heart attack» del que quizá sea su disco más completo, «Get some!» (2005); dejándose en el tintero algún que otro tema normalmente infaltable en sus descargas en vivo como son «Struttin´Cock», «Why, Why, Why» o «Go motherfucker go». El público tampoco insistió mucho en que el show continuara y así, pasadas las tres de la madrugada, los Nashville Pussy dieron por concluido el bolo no volviendo a salir a escena para un eventual bis.

Terminaba el Garage Sound Festival, evento realizado con mucho mimo por parte de la organización, algo que se notó en numerosos aspectos a lo largo del fin de semana: contó con un gran elenco de artistas, el buen sonido fue la tónica habitual, así como un más que suficiente despliegue de iluminación con juegos de luces varios en escena y dos grandes pantallas alojadas a ambos lados del escenario. También nos deleitaron con interesantes shows relacionados con el mundo del motor; todo ello en un ambiente distendido, sin sufrir las típicas interminables colas a la hora de conseguir bebida, comida o ir al baño.

Ojalá el año que viene tengamos una segunda edición del Garage Sound Festival. Estaremos atentos porque seguro que merecerá mucho la pena.

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