Bite the Bullet en Sala Nana 06/10/2017

Y llegaba el turno esperadísimo de la noche: Bite the Bullet. La mayoría de los presentes se habían situado estratégicamente en una sala que presentaba un aspecto aceptable en cuanto a público se refería, aunque de una altísima calidad crítica por parte del mismo.

Tocaba disfrutar de unos daneses que daban su segundo bolo estatal de los siete previstos, y que nos presentaban su nuevo álbum Can´t  be anything. Y la verdad es que el concierto no fue nada, fue mucho, fue una pasada, fue eléctrico. Con esa palabra me quedé, sobre todo si ves a Paw Eriksen moverse como si tuviera una guitarra de la Play que no pesase nada. Si bien es cierto que el tipo era bastante tocho.

Toooootal, que tras una breve prueba de sonido, se plantaban en el escenario, con el público arremolinado en torno a ellos y abrían con March on, de su último álbum, un auténtico crisol de sensaciones, energía y sonidos que nos embaucaban desde el primer acorde. A partir de ahí, se intercalarían temas de sus tres discos hasta la fecha y que derrocharían blues rock psicodélico electrizante. I Feel love irrumpió casi sin darnos cuenta con la peculiar voz de Thomas Storgaard, y con ese particular vibrato que nos recordaba al mismísimo Robert Plant. Mencionar que en cada canción, tanto Paw como Christian Norup al bajo, ayudaban, apoyaban y decoraban la voz, dando unos tintes profundos y melódicos, casi deliciosos.

Y qué divertida Be like you, qué rollazo, sutil, maravillosa, al igual que What am I doing here. Alucinantes pasajes que nos llevaron a Sweet honey, Dance with another y More lover, de su último disco, auténticos viajes psicodélicos donde lo único que les faltaban era la utilización de piano o sintetizadores como en el disco, aunque entiendo que en gira son incompatibles a no ser que lleven un miembro más o sampleen.

Every boy has a broken soul y To the seaside serían las siguientes en aparecer y dejarnos super agusto. Para entonces, el concierto se nos estaba haciendo corto pero intenso, ya que apenas había descanso, con Thomas descamisado luciendo palmito cual Sirenito de Copenhague y el grupo sudando a mares. Espectacular fue cuando Paw, con su envergadura se subió en lo alto del bafle del bajista para hacer un solo espectacular. El bueno de Paw se lo curró, al igual que Christian, que se entremezclaban con el público y se les notaba que disfrutaban tanto como nosotros.

 

I will not die apareció con un rollazo sureño que nos transportaba a desierto, duelos con pistolas y tequila, grandilocuente, sucia y evocadora. Pero como esta gente es así, nos devolvieron a otro ambiente más moderno, más discotequero, bailable y festivo con Any other way. Flipábamos.

El show estaba llegando a su fin, pero faltaba Uniform, uno de mis temas favoritos, pegadizo, muy reconocible y con un sentido particularmente bailongo, tal y como nos mostraba Thomas que no paraba de deshidratarse, aunque después recuperaría líquidos con algunos de los presentes. Es tradición en la Sala Nana. Any girls got soul no dejaría indiferente a nadie con una base rítmica contundente a cuyos mandos de la batería se encontraba el vikingo Andreas Henriksen y que cumplió sobradamente con su cometido, sin fallos, impecable y mega energético. Finalmente, Going out y Space drums cerrarían un concierto brillante, vibrante, armónico e increíblemente dinámico, con tintes para todos los púbicos sin perder la esencia del rock como ellos mismos habían declarado en numerosas ocasiones.

Esperamos que puedan regresar por estos lares porque a nadie dejó indiferente y a todos nos resultaron fantásticos. Qué mejor propuesta para una noche. Bite te Bullet son una apuesta segura vayan donde vayan, y todos los que tuvimos la suerte de ver a lo largo de la gira hispana podemos atestiguar. Alucinantes.

Tak, Gutter!!!!

 

 

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