Sala Nana 22/09/2017 1ª Parte: Aquelarre   

Decía Mirka Rantanen en el backstage, batería de King Company… “¿Casi 70 personas?, eso está muy bien para empezar la gira”… Lo que no pudo imaginar era que hasta 111 fieles del rock nos postulamos esa noche para esta primera oberture en la Sala Nana de la temporada. La expectación de los allí congregados era máxima y se notaba en el ambiente que había ganas de disfrutar un año más de uno de los lugares fijos de concentración para degustar buena música con buena compañía. Y esa noche éramos un grupo muy numeroso. Era emocionante.

¿Y que teníamos enfrente?, pues nada más y nada menos que una banda viguesa de power metal alternativo que presentaba su segundo disco, y que se habían aliado como compañeros de barco a unos finlandeses con vocalista italiano, provenientes de dichas tierras bálticas portando hard rock a raudales. Un coctel increíble.

Aquelarre

Y de pronto empiezan los acordes de Respirar, mega cañera en directo, y aunque el sonido no era demasiado bueno, se subsanó. Icko y compañía comenzaban a desgranar muy buenos temas seleccionados de sus dos álbumes, con pasión y alborozo al ver como casi un centenar de  personas disfrutaban de tan metalera velada. Arcilla y mármol inundó la sala con rabia dejando al personal más que satisfecho con el aperitivo inicial. La conexión entre músicos y público estaba ya establecida, así que Ceniza y Guardián, de su primer álbum, nos encendieron aún más. Lástima que el mismísimo José Rubio no se hubiera acercado esa noche para interpretar, junto a la banda que él produjo, Esclavos del ayer, una muy chula balada, moderna, bien construida, una pasada.

Justo después, Ojos de niebla se empotró directamente en el ambiente. Buena y pegadiza canción, muy melódica que daría paso a una gran intro de batería, que arrancaría y aceleraría el show con Roto. Llegábamos casi al final del concierto con Sangre y dolor, del primer disco, rollo Tierra Santa, con un exquisito duelo de guitarra y teclado. Quedaba El mismo pecado, un pedazo de tema power metalero donde colabora José Andrea en el álbum, que aunque no podía tampoco acudir esa noche, en este caso sonó estupendísima, batería a toda velocidad, riffs pegadizos, coros grandilocuentes y solos exquisitos.

De este modo, los Aquelarre cerraban un enorme concierto que gustó a todos y todos respondimos con aplausos, puños en alto, vítores y cuernos a lo DIO.  Desde luego, para entonces ya nadie dudaba de la calidad y la calidez de estos galegos que esperemos puedan regresar pronto para poder disfrutarlos de nuevo.

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