QUEEN, THE MIRACLE (1989)

Aworirol, aworirol, aworirol en aiworit naaau… y la Red Special de Brian May rugió, introduciéndose ese riff en mi tuétano para siempre. Corría el año 89, concretamente el final de mi 7º curso de E.G.B., y por aquel entonces era un gran desconocedor de la música rock, (más aún del heavy), limitando mis conocimientos a algunas cintas de Europe  “The final Countdown”, Bon Jovi “Slippery when wet”, Sangre Azul “Obsesión” o Stryper“Soldiers under command”,las cuales las tenía ultratrilladas. El lugar donde vivía estaba a varios kilómetros de la civilización rural, más cerca de escuchar las cintas de Junco, Chiquetete o Tijeritas que mi tío Francis volteaba incansablemente en su tractor Ebro o en su Renault 4, que los vinilos que muchos comenzabais a manejar en la “Capi”. Mi padre era más de Carlos Cano, Chavela Vargas o los chistes de Arévalo, así que lo tenía bien crudo para conseguir música rock o cualquier cosa más dura que el pop reinante de la época. No tenía contactos cercanos ni amigos que les gustase el género maldito, por lo que me convertí en un autodidacta hasta bien avanzados los 90.

El caso es que “I want it all” sonaba desde mayo en todas las radios, varias veces al día, llegando en julio a ser el número uno en España en Los 40 criminales, pero claro, la música por entonces era bien distinta a la de ahora, donde las abominaciones musicales han proliferado de sobremanera, pero ese es otro tema.

Elton John, Phil Collins, Five Young Cannibals, Belinda Carlisle, Alannah Miles o Tears for fears entre muchos otros copaban las ondas, y los videos musicales o las actuaciones en playback en Rockopop era mi conexión al mundillo musical. Queen, salvo por la banda sonora de Los Inmortales (La original, la única y la primera) o el manido “I want to break free”, me eran muy desconocidos. Sin embargo, ese tema compuesto por Brian May  supuso el inicio de mi amor eterno por la banda británica tornándome durante años en un puñetero queenmaníaco (hasta el “Made in Heaven”). Aún recuerdo con bastante nostalgia lo que me supuso el anuncio de la muerte de Freddie Mercury ese 24 de noviembre del 91, hasta lloré poniéndome el “Bijou” del “Innuendo”. Era lo que tenía la adolescencia entregada e inconformista. 

Cuando por fin me pasaron la cinta original para grabarme una copia, lo que era tener un tesoro musical, y remarco, ¡¡copia del casete original!!, me lancé a escrutar el libreto, con sus letras y todo lo concerniente al álbum, al fin y al cabo era lo que se hacía cuando dedicabas tiempo a alimentarte de una sola obra musical, de ahí que muchas generaciones tengan grabado a fuego álbumes muy concretos, (maldito True Blue!!!!!).

Evidentemente, de “The Miracle” ya había escuchado otras canciones a medida que iban sonando en la radio, tales como “Breakthru”, “The invisible man”, “Scandal” o “The miracle”, por lo que aún faltaba completar el álbum para llegar a ser uno de mis preferidos por entonces. La extraña “Party” iniciaba el festival sonoro, donde la línea de bajo y la batería sintetizada acompañaba los coros en un retorno de la banda al rock clásico. La voz de Freddie era perfecta y la guitarra de Brian era predominante y nítida, mucho más heavy que en álbumes anteriores. La festividad continuaba con “Khashoggi´s Ship”. La verdad es que eran para mí canciones un tanto desechables antes de llegar a la canción homónima, el tercer corte del disco, justo también antes del famoso “I want it all”. La versión original de este himno era considerablemente mejor que el comercial con ese inicio semi acústico brutal y el comienzo del solo de Brian mega metalero. Aún se me ponen los pelos de gallina con este fragmento, del mismo modo que el otro solo matador de “The invisible man”. Aún recuerdo coger mi raqueta de tenis nueva e imaginarme soltando láseres como en el videoclip. 

“Breakthru” era otro hit que rebobinada una y otra vez, al contrario que “Rain must fall”, que no me gustaba nada, del mismo modo que “My baby does me”, de hecho siguen sin gustarme. Sin embargo, estaban incrustadas entre dos cañonazos, “Scandal” y para mí uno de los temas más cañeros de Queen, “Was it worth it”, donde se expresa todo el universo sonoro de la banda, con esa grandilocuencia y una base rítmica bestial. Con ello se cerraba un álbum, con algunas sombras, en un lúcido, atemporal e imprescindible obra de la banda británica que me traslada si lo deseo a esa época temprana en mis inicios musicales, los cuales aún estaban por desarrollar.

Qué pasada hubiera sido ver a Queen en directo, ¡pero la banda en pleno, por supuesto!, y aunque Brian May y Roger Taylor siguen girando casi excepcionalmente, no soy capaz de imaginarme en un concierto de la Reina, por mucho que Paul Rodgers o Adam Lambert sean muy dignas voces para interpretar al más excepcional e icónico cantante de la historia del rock, Frederick Bulsara.

El milagro en definitiva, fue mi álbum durante muchos años, el cual sigue mereciendo todos mis respetos por lo que me representó emocional y evolutivamente. 

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