BLACK LABEL SOCIETY: 13/03/2018 – La Riviera, Madrid

Se ve que los seguidores de BLS no son supersticiosos ya que, a pesar de ser martes y 13, los aledaños de La Riviera se fueron poblando de heavies, metaleros, barbudos, cuero y amantes del rock sureño en su vertiente más cañera; y si finalmente no se llenó la sala fue (comentario generalizado entre los asistentes) porque el telonero elegido por el propio Zakk Wylde para el evento (Monolord) no sumaba mucho. Con un compañero de gira de más enjundia (Corrosion of Conformity, Texas Hippie Coalition…) el llenazo habría sido de órdago a pesar de ser día laborable.
Entramos a la sala cuando estaban terminando su descarga los suecos Monolord con su stoner demasiado doom (para mi gusto) y esa cadencia lenta y pesada que les caracteriza. Eso sí, el sonido era potente y nítido y daba una pista (y buenos augurios) de lo que sónicamente se nos vendría encima a continuación.
Cuando el trío de Goteborg se despidió del ya numeroso público un gran telón negro con el logo de BLS fue desplegado en la parte anterior del escenario ocultándonos lo que estaba sucediendo «on stage» tras él.
De repente empezó a sonar la intro y el grito (casi aullido) fue unánime y ensordecedor; y es que dicha intro era un mix del «War Pigs» de Black Sabbath y el «Whole lotta love» de Led Zeppelin. Esta mezcla para intro de un concierto de Black Label Society me pareció acertadísima y supuso un magnífico in crescendo de adrenalina que culminó con la caída del telón delantero que ocultaba el escenario coincidiendo con el primer acorde de «Genocide Junkies», dejando ver un gran muro sónico formado por 24 pantallas amplificadas (12 a cada lado) dejando un hueco en medio donde se ubicaba la batería de Jeff Fabb, y delante de él acaparaba las miradas la inmensa figura de su jefe Zakk Wylde (luego lo tuve a mi lado y «grande» solo lo es musicalmente), con el guitarra Darío Lorina a su izquierda y su fiel escudero John DeServio a su derecha, el cual demostró a lo largo del show ser un bajista alucinante con gran presencia escénica, un groove increíble y gran peso específico en el sonido BLS final.
Tras este inicio, acudir a su «The Blessed Hellride» para destripar de forma consecutiva «Funeral Bell» y «Suffering Overdue» fue caballo ganador y formó un trío inicial completamente triunfal, redneck y visceral. Tras esto nos vimos todos cantando a la vez eso de «Bleed for me, I´ve bled for you» (sangra por mí como yo he sangrado por ti), estribillo del tema que abría su «1919 Eternal» del 2002 y que retumbó inapelable sacudiendo los cimientos de La Riviera. Señalar que Zakk estaba tocando su guitarra como sólo unos cuantos en el mundo son capaces de hacerlo, pero es que además visualmente era todo un espectáculo: cualquier ocasión era buena para subirse a los monitores delanteros para adoptar su típica pose con las piernas separadas y agitando cabeza y pelo en un continuo headbanging al tiempo que nos regalaba solos y riffs alucinantes ejecutados con una (aparente) facilidad pasmosa.
La parte central del show estuvo marcada por el ligero bajón que supuso encadenar 3 temas del nuevo disco : «Trampled Down Below», «All that once shined» y «Room of Nightmares». A pesar de ser «Grimmest Hits» un buen álbum, muy vintage (con reminiscencias de los primeros Black Sabbath) de hard rock/southern, no llega a la altura de sus clásicos; y, por cierto, sigo sin entender por qué deja en el ostracismo sus primeros dos trabajos discográficos grabados como BLS («Sonic Brew» y «Stronger than death»), discos que llevan intrínseco el ADN de Zakk Wylde y son el embrión de todo lo que vendría después.
Cuando vimos aparecer en el escenario un piano de cola supimos que Zakk iba a abandonar momentaneamente a su amiga de seis cuerdas y nos dispusimos a vivir un momento único y emotivo con «In this river», con Mr. Wylde sentado al piano. Se desplegaron dos telones cubriendo completamente los muros de amplis de ambos lados de la batería con la imagen de Dimebag Darrell (Pantera, Damageplan, Rebel meets rebel), asesinado encima de un escenario hace ya 14 años. Sentimientos a flor de piel. Este bajón de revoluciones, pero con una carga de emotividad e intensidad fuera de toda duda, desembocó en la preciosa «The Blessed Hellride», otra joya sureña más en el haber de BLS que cantamos dejándonos la garganta, sin reservas, como la ocasión merecía.


Una última alusión a su «Grimmest Hits» con «A love unreal» para posteriormente tener la suerte todos los presentes de vivir un genial momento que a mí se me ha quedado grabado para siempre en la retina: John DeServio inicia con su bajo, junto a Darío Lorina arco de violín en mano usándolo contra las cuerdas de su guitarra, las primeras notas del gran «Fire it up» que abría su Lp del 2005 «Mafia» mientras Zakk está posicionado frente a su precioso y cañero pie de micro ( una impresionante cadena que tenía incrustada en sus eslabones una cruz y varias calaveras).La canción evoluciona y llega el momento del solazo de guitarra del tema y Zakk Wylde baja del escenario y se cruza toda la sala, sin parar de tocar entre el público, hasta alcanzar la barra de bar más lejana al escenario y encaramarse a ella para continuar allí el interminable solo en una especie de nudo gordiano, un bucle guitarrístico a base de pentatónicas que dejó a todo el mundo con la boca abierta y las largas barbas mojadas de saliva ( por no decir directamente que nos dejó con la baba caída). Ante las caras de incredulidad del público que veía como 40 metros de cable (sí, sí… no llevaba inalámbrico) cruzaba la sala sujetado por la gente, Zakk regresó al escenario (sin parar de tocar) culminar así diez minutos de sublime éxtasis guitarrero.


Con la peña en trance ya daba igual lo que tocara a continuación, pero es que, encima, BLS tenía todavía dos balas en la recámara para fulminarnos definitivamente. Así, «Concrete Jungle» (único tema de su «Shot to Hell» del 2006) y la genial «Stilborn» («The Blessed Hellride», 2003) pusieron punto y final a un magnífico show cañero, visceral y rudo, pero con momentos de genuina emotividad; todo él perfectamente guiado desde la mesa de sonido en la que se encargaron de que los solos brillaran y sobresalieran por encima de un (en general) muy buen sonido.
Zakk no se olvidó de presentar a sus compañeros de andanzas por sus apodos, pero tan cerrado es el acento sureño que se gasta que los que alardeamos de saber algo de la lengua de Shakespeare nos mirábamos diciendo «¿Qué ha dicho?…¿Tú le has pillado algo?». Puto redneck!!
Un bolo de Black Label Society es toda una experiencia y a mí personalmente me sirvió para cerrar una herida que tenía abierta desde el 2007 en Zaragoza y que ya empezaba a doler demasiado. Deseando que llegue el 30 de junio para volver a disfrutar de este genio de las seis cuerdas; esta vez a las órdenes de quien una vez, hace 30 años y siendo Zakk un jovenzuelo rubito e imberbe, le llamó para su banda y le lanzó al estrellato. Ozzy Osbourne + Zakk Wylde: qué maravilla va a ser volver a verlos juntos encima de un escenario!!!

SETLIST BLACK LABEL SOCIETY (Madrid, 13 de marzo del 2018)
-Genocide Junkies
-Funeral Bell
-Suffering Overdue
-Bleed for me
-Heart of Darkness
-Suicide Messiah
-Trampled down below
-All that once shined
-Room of nightmares
-Bridge to cross
-In this river
-The blessed hellride
-A love unreal
-Fire it up
-Concrete Jungle
-Stillborn

 

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