Black Sabbath: Luces y sombras de los 80 (1980 – 1986)

Muchos vieron (quisieron ver) en la marcha de Ozzy el final de Black Sabbath: a pesar de su poca aportación, compositivamente hablando, a la “música” de la banda, su peculiar voz y su presencia escénica se había convertido en seña de identidad de los de Birmingham. Tony Iommi se puso rápidamente manos a la obra para encontrar un sustituto que relanzara la carrera del grupo e hiciera olvidar al “madman”. Se barajaron varios nombres de gran enjundia (Robert Plant, Glenn Hughes, David Coverdale) pero el elegido fue un pequeño cantante de ascendencia italiana llamado Ronald James Padovana, que ha pasado a la historia del rock con el nombre de Dio (en italiano “Dios”).

Ronnie James Dio ya se había labrado un nombre con Elf, con los que grabó tres discos a principios de los ´70 con gira mundial teloneando a Deep Purple incluida; y, sobre todo, con Ritchie Blackmore´s Rainbow, con los que grabó junto al ex guitarrista de Deep Purple tres joyas de hard rock aún hoy día veneradas por todos los amantes del rock. Dotado de una portentosa voz y alejado de las tesituras más melódicas de los otros tres aspirantes, Iommi vio en Dio al sustituto ideal capaz de hacer olvidar al inestable y alocado Ozzy.

Los nuevos Sabbath no tenían tiempo para andarse por las ramas y se pusieron a componer a un ritmo frenético con el objetivo de tener nuevo disco en la calle cuanto antes. A pesar de toda esta urgencia el resultado fue una obra maestra imperecedera llamada “Heaven & Hell”, con el gran Martin Birch en las tareas de producción, y que contenía temazos como “Neon Knights”, “Children of the sea” o el épico corte que daba título al Lp. La posterior gira mundial que dio inicio en Alemania el 17 de abril de 1980 se saldó con un éxito rotundo y sin paliativos, y devolvía a Black Sabbath a la primera línea mundial de las bandas rock / metal.

 

Como dato negativo señalar que el trepidante ritmo del tour se cobró una baja sensible en el seno del grupo: el maltratado cuerpo de Bill Ward ya no aguantaba más y tuvo que arrojar la toalla tras el show del 19 de agosto de 1980 en Minneápolis (USA). Black Sabbath estaba a mitad del tour americano y necesitaba un sustituto urgentemente; alguien solvente que fuese capaz de aprenderse los temas en tiempo record. Esa persona fue el ex batería de Rick Derringer: Vinnie Appice, que en 10 días ya estaba en condiciones de manejar la maquinaria Sabbath  desde el kit de batería, debutando el 31 de agosto en un memorable concierto en Hawaii junto a Molly Hatchet y Blue Oyster Cult.

En noviembre de 1981 salía a la venta el segundo disco de esta nueva etapa de la banda y primero con Vinnie Appice. Llevó por nombre “Mob Rules” y supuso, tanto en ventas como en crítica, un pequeño paso atrás con respecto a “Heaven & Hell” a pesar de canciones increíbles como “Turn up the night”, “Voodoo”, “The sign of the southern cross” o la propia “The Mob Rules”. Además la hasta entonces latente lucha de egos dentro de la banda entre Tony Iommi y Ronnie James Dio estalló en la masterización del directo “Live Evil”: el pequeño vocalista quería que la voz brillara por encima de los instrumentos y, por supuesto, Iommi no estaba de acuerdo con esa ecualización en la mezcla final. Finalmente la banda se fragmentó en dos al arrastrar Dio con él a Vinnie Appice para iniciar su carrera en solitario (que por cierto resultó muy exitosa) quedando Black Sabbath, por segunda vez en tres años, en una encrucijada vital harto delicada al verse sin cantante y sin batería.

No era asunto trivial encontrar a alguien que hiciese olvidar a la vez a Ozzy y a Dio pero Tony Iommi, luchador por naturaleza al que la vida de vez en cuando le ponía delante obstáculos a superar, se puso de nuevo manos a la obra; y aquí, el espectro Purple se fundió con el negro Sabbath. Tony pensó en incorporar a su banda a David Coverdale (no era la primera vez que le tanteaba) ya que Whitesnake también atravesaba una profunda crisis, prácticamente ruptura, al marcharse su batería (Ian Paice) y su bajista (Neil Murray) al grupo del guitarrista irlandés Gary Moore; pero finalmente fue el cantante por excelencia a lo largo de la historia de Deep Purple (Ian Gillan) quien se unió a Black Sabbath para dar forma a “Born Again” (1983), un disco oscuro y denso de sonido áspero y rudo; una especie de renovación y salida hacia delante para la banda de Birmingham, que ya desde la maléfica portada despejaba las dudas de si nos encontraríamos unos Sabbath “blanditos” por culpa del fichaje purpleliano a la voz para este controvertido álbum.

Aunque para la grabación del disco habían contado con Bill Ward a la batería, la gira posterior la cubrió tras el kit Bev Bevan (Electric Light Orchestra) ya que el bueno de Bill seguía con sus problemas físicos derivados del abuso de drogas y alcohol. Por cierto, en esta gira pudimos disfrutar por primera vez de Black Sabbath en España en tres conciertos (Madrid, Barcelona y San Sebastián) acompañados de Diamond Head y Girlschool.

Tras la gira y de forma repentina, Ian Gillan abandona la banda para subirse al carro de la reunificación de Deep Purple, dejando colgados a los Sabbath y grabando una maravilla hard rock con los Purple llamada “Perfect Strangers”. Corría el año 1984 y, de nuevo, Iommi se quedaba sin cantante. Black Sabbath cesaba su actividad de forma indefinida. Además hay que resaltar que las preferencias en el mundo del rock habían cambiado: lo oscuro y esotérico no tenía mucha cabida en un mundo donde empezaban a triunfar los grupos de estética glam metal y pelo cardado: Motley Crue, Cinderella, Ratt, Dokken, Quiet Riot,etc. Así, Black Sabbath se vio desubicado y arrojó (momentáneamente) la toalla.

 

Como propietario del nombre “Black Sabbath”, Iommi intentó reflotar la banda rodeándose de grandes músicos como el batería Eric Singer (en aquella época con Lita Ford y que posteriormente se hizo mundialmente famoso con Kiss) y el gran Glenn Hughes a la voz, llegando a grabar un disco (“Seventh Star”, 1986) bajo el nombre de la banda madre pero que musicalmente no hacía justicia al legado de Black Sabbath.

Tras una accidentada y poco exitosa gira en la que incluso Hughes fue despedido en mitad de ella teniendo que recurrir a un (por entonces) desconocido Ray Gillen (posteriormente en Badlands junto a Jake E. Lee), llegaría la estabilidad en el micro de Black Sabbath en 1987 con Tony Martin, iniciándose una nueva era en el grupo denostada por muchos pero, así mismo, muy valorada por otros muchos seguidores de los británicos. Esta estabilidad a la voz no fue secundada en el aspecto instrumental, siendo continuos los cambios en el puesto de bajo y batería. Junto a Iommi, el único músico “fiel” y, a la postre uno de los músicos que más años ha militado en Black Sabbath, a veces a la sombra pero siempre infalible y participativo, es su teclista y quinto “sabbath” por excelencia: Geoff Nicholls.

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