Estás acostumbrado a que Behemoth o Watain te griten al oído toda la parafernalia apocalíptica de destrucción cultural y sobre todo religiosa que merece el catolicismo… pero sólo Ghost es capaz de contarte las bondades que su satanísima majestad está dispuesta a ofrecerte.
Ghost (o más bien debería decir Tobias Forge, dueño y señor del proyecto) aparecieron hace no más de 10 años sin hacer mucho ruido rindiendo homenaje a las grandes bandas presuntamente satánicas de los 60 y 70 con su álbum de debut «Opus Eponymous».
Debido a su peculiar puesta en escena y al continuo boca a boca de flipaos que viajaban kilómetros y kilómetros solo para verles en una pequeña sala de Berlín su fama empezó a crecer rápidamente y su nombre a aparecer en los principales festivales metaleros de verano. Al contrario de lo que podría parecer por su siniestra teatralidad visual la música no era para nada extrema, ni siquiera diría yo agresiva, un rock duro que bebía de Black Sabbath y satánicos coetáneos muy correcto pero que ya daba síntomas de que tenían habilidad de dar con la tecla para hacer grandes canciones que conectan con un amplio público rockero (Elizabeth y sobre todo Ritual).
Su relativo éxito llamó la atención de muchas promotoras y pudieron girar con gente del calibre de Paradise Lost o Mastodon. Dos años más tarde el grupo publicó su segundo álbum «Infestissuman» y su éxito continuó con inercia. Canciones más complejas (Per Aspera Ad Inferi), un poco más frescas (Ghuleh/Zombie Queen) y con más influencias de rock clásico (Year Zero) y ya estaban aquí para quedarse.
Premios internacionales, giras con Iron Maiden o Slayer( palabras mayores) y ya se habían convertido en un atractivo para los grandes.
En 2015 publicaron «Meliora» donde endurecen su sonido (Cirice, la mejor canción de la banda para un servidor) y convencen a la mayoría de escépticos (que tenían, tienen y seguirán teniendo) de que realmente son un gran grupo y saben hacer grandes discos. 3 años más tarde publican el que es su cuarto y último disco hasta la fecha (obviando sus numerosos eps y directos) «Prequelle», un disco realmente adictivo que bebe más descaradamente de los sonidos glam hard rockeros de los 80. Éxito rotundo, temazos, Rats directamente te pone las pilas desde el segundo 0 y a partir de ahí absolutamente todo funciona (sí, incluso Dance Macabre, temazo).
En el transcurso de todos estos años estéticamente fueron cambiando, o mejor dicho evolucionando el concepto visual y narrativo de su propuesta. Tobias Forge (como ya dijimos motor conceptual, intelectual y compositivo de Ghost) construyó una simbología y mitología satánica alrededor del grupo que, aún habiendo parido algunas de las grandes obras musicales de la pasada década, ha resultado fundamental para el éxito del grupo, separando diferentes etapas de su personaje principal, el Papa Eméritus, a través de la anunciación y llegada del satanísimo y demás profetas. Una buena justificación además para cambiar de vestuario en cada gira y ampliar el universo visual de la banda. Desde que Forge creó la banda, famosas han sido las idas y venidas de muchos miembros del grupo que, aprovechando el constante crecimiento del éxito de Ghost, han intentado por vía legal sacar tajada del proyecto, pero Tobias lo ha dejado muy claro desde el principio: él es Ghost, el resto músicos acompañantes.Un autor con las ideas muy claras y que musicalmente ha sabido captar la atención del público joven gracias a su accesibilidad y del no tan joven al beber tantísimo de los clásicos, todo un acierto. Pionero en crear un reverso real al rock cristiano en todos sus matices. Y es que es eso es lo que hay que reconocerle a Ghost, un fenómeno parecido al de Marylin Manson a mediados de los 90 pero con un tono más relajado y accesible.
Los sonidos del metal se han endurecido con los años, y más aún con este tipo de temática, y Ghost no te invita a que destruyas iglesias, te invita a que vayas a catequesis. Disfruta de Satán cojones, que también tiene canciones bonitas para entonar a la luz del día.
Allá donde no llegan otros llega Tobias Forge con su bonito discurso, que Lucifer nos pille confesados.
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