Después de los cambio pertinentes en el escenario, se situaron Erszebeth sobre el mismo con solemnidad, pulcritud y sosegados. Dado el recibimiento que tuvieron, sobre todo Esthibaliz Rojas y Mario del Rio Escobedo, los cuales estuvieron con su otra banda Melphomene hacía aproximadamente dos años en esta misma sala, supuso que se sintieran como en casa, mil veces repetido por ellos, motivo que originó que desde el inicio del concierto se les viera cómodos y expectantes a su vez. Eso se tradujo en seguida en una especie de conexión hispano-mexicana pocas veces alcanzados por una banda foránea. La solvencia en ejecución de los temas que interpretaron, añadidas a las intervenciones en castellano durante los mismos, ejercieron un poder envolvente sobre los allí congregados. No éramos demasiados pero estábamos muy bien avenidos, como se podría decir. Otro objetivo alcanzado después de la actuación de la banda rockera autóctona Autopista 312.
“De profundis” fue la primera en aparecer con su larga intro instrumental. Destilaba energía y vitalidad pese a su siniestra temática, básicamente en la que se basa ésta banda que practica un rock gótico y metal sinfónico, desconocidos por estos lares pero muy aclamados en su México natal donde han tocado ante más de 40.000 personas en una ocasión. Menudo palmarés ya sólo con eso. De hecho, este rollete musical es uno de los estilos musicales preferidos en México y Latinoamérica en general, o sea, que al otro lado del Atlántico hay una horda de bandas que pueden que desembarquen pronto.¡Bienvenidas todas si son como Erszebeth!.
Venían de haber participado en un festival centro europeo, el Femme Fatale Fest en Brno, República Checa, y estaban expectantes con la reacción del público patrio a pesar de las cancelaciones de conciertos que habían tenido en España por diversos motivos e inconvenientes.
Pues bien, desde el primer instante, tras su primera canción, “Parafilia” nos trazaba el camino a seguir y nos introducía con esa entrada oriental a las sinuosas ondas sonoras que Esthibaliz nos lanzaba. La góticamente ataviada vocalista medía su tono de un modo magistral por lo que los que estábamos allí, alucinábamos por el registro tan maravilloso, y eso que solo era el principio. “Déjate morir” fue como si nos dieran una patada operística metalera a todos. Y es que en directo con un sonido conseguido, tal y como habían logrado, sonaban rabiosamente melódicos y potentes.
De eso se encargarían demostrándolo con “Por favor Mátame” y la sorpresiva “El último lugar”, una composición variopinta, una mezcla entre power metal y death metal sinfónico con voces líricas y guturales de los que dan miedito. Solazo de guitarra incluido de un activísimo Mario, simpatiquísimo durante la velada, asumiendo el rol de animador de la fiesta, chistoso, como dicen por allí y con una profesionalidad y naturalidad arrolladora. A parte de tocar magistralmente la guitarra rítmica, realizaba coros con Esthibaliz, lo que dotaba al concierto de un punch sonoro muy interesante.
Pero tocaba la balada “22 Inviernos”, donde todo el protagonismo recayó sobre Esthibaliz, edulcorando la sala para justo después, el propio Mario anunciara “La culpa” como uno de los temas más aclamados y solicitados en su tierra y pidiera que nosotros así lo hiciésemos. Y como obedientes que somos, la vociferamos como si no hubiera un mañana. Momento hilarante que fue enardecido por el propio tema. Del mismo, todo un cañonazo en general, la parte final es una demostración del registro bestial de Esthibaliz.
Y es que todo no sería posible sin una base rítmica como la que conformaban Alejandro Millán al bajo y Saúl Hernández a la batería, sobrios, discretos pero infalibles en su labor, al igual que Christian García en la guitarra rítmica. Dotaban a “Nocturna” y “Zombie Planet” de esa atmósfera oscura que a Erszebeth le caracteriza. Por cierto, la última guiños al Death Metal de nuevo.
Mientras tanto, ya se le había cantado cumpleaños feliz a Esthibaliz, con un día de retraso, y ya habíamos tarareado “Las Mañanitas” de Pedro Infante, por lo que la fiesta musical era un hecho, el vínculo se había consolidado. La rápida “Eterna” comenzó a marcar el fin de un concierto hilado, bien construido sin apenas bajadas de ritmo, sino más bien todo lo contrario, llegando al éxtasis con un tema de su primer disco La Condesa Inmortal, con ese comienzo tan característicamente metalero. “Psicodrama” cerraba el show de un grupo honesto y fiel al género tan ciertamente incomprendido en unos sitios como gratamente valorado en otros. No todo en la vida es puro Rock and Roll.
El cierre de la noche, el mejor de todos, unos “tragos” con la banda, algo de comidita reconstituyente e intercambio maravilloso de impresiones, anécdotas y peripecias. Al final como hermanos. Todo un placer, todo un lujo. Cuando quieran, aquí les esperamos para que nos cuenten a través de la música sus originales historias.
Y que Viva México, CABRONES!!!!!!
Dejar una contestacion