Muchísima nostalgia era lo que me producía tan solo atreverme a hacer esta especie de memorándum del séptimo arte. Recuerdo casi perfectamente el miedito que me daba Willem Dafoe cuando anunciaron por nuestra tele Sanyo nueva, esta peli en el programa “De película”, que por entonces nos informaba al españolito de a pie de la cartelera y/o estrenos que había, y era realmente emocionante, pese a que estaba a años luz de ir al cine allá en el 84. Un lustro después, estábamos viéndola en VHS una y otra vez mis dos primos y yo de manera continua, babeando con Diane Lane, cuando por entonces contaba la actriz neoyorkina 24 tiernos añitos.
Parece ser que en taquilla fue un auténtico fiasco cuando se estrenó, sin embargo, Calles de fuego ha sabido envejecer muy bien y a día de hoy es una de esas películas consideradas de culto, entre otras cosas por su magnífica banda sonora, que es sobre todo a la que me quería referir.
En sí, hay que entender el universo narrativo de la película, ese toque retro de los 50-60, humedad continua, la noche, las luces de neón, el humo, los duelos a lo OK Corral, persecuciones, coches personalizados, motocicletas, vagones de tren, cuero, gomina, disparos y fuego, en definitiva un coctel que al director Walter Hill (The Warriors, 1979), le parecía lo más molón del mundo. De hecho, pensaba hacer una especie de inicio de trilogía con esta película, pero dado lo nefasta que fue la recaudación se esfumó dicho sueño.
Pero una de las singularidades de este film como mencionaba, era su estupendísima banda sonora, variopinta y muy bien escogida, con diferentes atmósferas que de escucharla directamente te traslada a los diferentes pasajes de la peli, siempre y cuando la hubieras visto varias veces, como es mi caso. Cuando manejabas una cinta VHS a finales de los 80 o principio de los 90, uno prácticamente recordaba hasta los diálogos ya que una semana de alquiler daba para varias visualizaciones. El productor musical contratado era ni más ni menos que el titán de la música Jimmy Iovine (Bruce Springsteen, Tom Petty, Pretenders, Eurythmics, B.B. King, Rod Steward, U2…entre otros ilustrísimos artistas entre los 70 y la era actual). Produjo cinco canciones y el álbum de la banda sonora, imprimiéndole una especie de coupage de diferentes estilos, donde uno de los más evidentes eran las canciones que recordaban a otro de los artistas que el productor se encargó de mezclar, grabar y producir durante gran parte de su carrera musical, Meat Loaf. De hecho las canciones “Nowhere fast” y “Tonight is what it means to be young” podrían estar firmadas por el propio artista americano, enclavadas en un curioso subgénero llamado rock wagneriano, caracterizado por grandilocuentes coros, la mezcla de rock and roll y la ópera de Richard Wagner, así como el piano y una base rítmica muy potente. Sin duda estas dos canciones son las que representaron la promo de la película, las que proporcionaron más gancho aunque curiosamente el tema “I can dream about you” fue el que más éxito generó, un poco poperillo pero con tirón para la época.
Otros de los temas ochenteros y curiosos son “Deeper and deeper”, de The Fixx, electrónico y guitarrero, algo extraño a día de hoy, o “Countdown to love”, de Greg Phillinganes, una deliciosa y nostálgica canción interpretada ficticiamente a capela en la película por el grupo de color The Sorels, los cuales también hicieron un playback perfecto y milimétrico de la ya mencionada “I can dream about you”. Mención especial a los dos temas que se marcaron The Blasters, banda californiana con mezcla rockabilly y rock and roll que incluyeron muy acertadamente en la película, “One Bad Stud”, un directo de los propios The Blasters en la guarida de Los bombarderos comandados por Raven Shaddock (Willem Dafoe), y “Blue Shadows”, cuyo fragmento se enclava en una clásica persecución automovilística entre puentes de metal, charcos y humo.
Las baladas “Sorcerer” (autentico videoclip inserto en la película)y “Never be you”, (Laurie Sargent fue su cantante real) también se escogieron muy metódicamente y la propia Ellen Aim (Diane Lane) se encargó de interpretarlas convincentemente, aunque la nominaron para los Razzies ese año como peor actriz de reparto. Y si, ya he hablado de la mayoría de los personajes principales, aunque no de la ex soldado McCoy (Amy Madigan – Premio Mejor actriz en Sitges 1984) o de Billy Fish (Rick Moranis), y por supuesto del principal, del John Wayne contemporáneo como él mismo se consideró en su momento, Tom Cody (Michael Paré). Incluso entonces, su interpretación me pareció excesivamente hierática, impenetrable e insensible, pero entiendo que era el papel asignado, no sé el calado que habría tenido la película si la elección hubiera sido Patrick Swayze o el mismísimo Tom Cruise, tal y como se barajó. Pero si hay una escena significativamente llamativa es el primer encuentro entre Tom Cody, a lomos de una custom, chaleco largo y portando un rifle Winchester, y el Nosferatu Raven Shaddock, ataviado tan solo con un traje de pescador de cuero, (literal) entre las llamas del estropicio que había liado el bueno de Michael Paré en la guarida de los Bombarderos para rescatar a su ex chica Ellen Aim, principal motivo de la trama del film.
Por último, Ry Cooder, el otro gran genio compositor de la banda sonora, se marcó junto a su banda los estupendos temas “Get out of Denver”, “Hold that Snake”, “You got what you wanted”, “First love first tears” y “Rumble”, intercalados en la peli y de un rollete guitarrero mezclado con R&B y tex mex genial.
En definitiva, una banda sonora fantástica para un film de escasos 90 minutos que ahora puede parecer algo desfasada pero que tiene un encanto y regusto delicioso que, acostumbrados a los bodrios que hoy en día se producen, vale mucho la pena recuperar… y si nunca la has visto, ¿a qué estás esperando después de leer esto?, os la dejamos enterita para que la disfrutéis 😉
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