Download 2018: Judas Priest

Prácticamente sin tiempo para asimilar que el concierto de Volbeat ya había finalizado y los daneses no iban a volver al escenario para regalarnos algún bis, nos encaminamos (casi corriendo) hacia el escenario 2 donde ya la cantidad de público que se agolpaba ante él era inmensa: ahora si se podía comprobar a las claras el rotundo éxito de asistencia al evento del que presumía la organización y es que allí se encontraban las 40.000 personas estimadas para el tercer día de festival.

Sin dilación alguna iniciaban su descarga de heavy metal clásico y eterno los legendarios Judas Priest; sin duda alguna uno de los momentos cumbres del Download 2018 y que además venían presentando un grandísimo disco como es “Firepower” y, precisamente con el tema que da título al álbum arrancaron Rob Halford y los suyos. No acabamos de acostumbrarnos, al mirar al escenario, a no ver a ambos lados del “Metal God” a KK Downing y a Glenn Tipton, pero también es cierto que Ritchie Faulkner y Andy Sneap son una dupla de guitarristas sobria y solvente. Especialmente el primero de ellos ha asumido galones y protagonismo y en solos marca de la casa como “Sinner” hace un trabajo asombroso; tanto que, por momentos, nos hacía olvidar a la pareja Downing/Tipton. A Andy Sneap se le vio más comedido, como acostumbrándose a la responsabilidad de ser hacha en Judas Priest. Por su parte Ian Hill y Scott Travis forman una de las bases rítmicas más contundentes de la historia del heavy metal; Ian Hill a la sombra, Scott demostrando que es uno de los mejores baterías del mundo, una auténtica apisonadora y aporreador implacable: cuando ejecuta uno de los arranques más bestiales de la historia del heavy metal (“Painkiller”) te pone los pelos de punta!!!

Y qué decir de Mr. Rob Halford. Cantó mucho mejor de lo que muchos nos temíamos; sufriendo en algunos temas (se le pudo ver agachado en “Painkiller” intentando abrir al máximo el diafragma para poder coger más aire) pero regalándonos esos agudos característicos suyos; tan pronto luciendo cuero negro como un auténtico “metal god”, como cambiándose de ropa tras bambalinas cual diva del metal… en fin, magnífico y entrañable.

El set list de estas leyendas vivas del heavy fue todo un acierto, dando cancha a su nuevo “Firepower” con tres temas del mismo, intercalándolos en la primera mitad del concierto con clásicos no habituales como “Grinder” o “Bloodstone”. La segunda parte del repertorio fue una sucesión de infaltables clasicazos que hizo las delicias del respetable. “Freewheel burning” o “You´ve got another thing coming” (solo por poner algún ejemplo) hicieron temblar los cimientos de la explanada de la Caja Mágica y removieron las aguas del cercano río Manzanares que respondió lanzándonos su característico hedor.

Una gran pantalla (en llamas durante los primeros temas) acompañaba, perfectamente sincronizada, la actuación mostrando las portadas de los discos a los que pertenecía el tema que tocaban en ese momento, o mostrando a un joven Glenn Tipton haciendo el solo de “Painkiller” al tiempo que Ritchie Faulkner lo ejecutaba en vivo.

No faltaron tampoco los típicos clichés de los shows de Judas como la incursión de Halford a lomos de su Harley Davidson antes de “Hell bent for leather” o su insistente pregunta al público “Breaking the what?” antes de “Breaking the law.

Pero si por algo se nos quedará grabado en la retina este concierto de los de Birmingham es por el emotivo momento en que vimos aparecer por un lado del escenario a un delgadísimo Glenn Tipton, con gafas de sol y gorra, casi de incógnito, para interpretar con sus Judas Priest del alma los tres últimos temas del show. Por supuesto para él fue la mayor y más sentida ovación de la noche, que ya desde ese instante se había convertido en mágica. Mirabas a tu alrededor hacia el final de la descarga de Judas y veías corrillos de gente abrazada con los ojos llorosos cantando a grito pelado “Living after midnight”. Emotivo y muy emocionante.