Elvenking: Sala Krater 02/11/2018

Algunos meses antes, la confirmación de Elvenking para esta fecha de Noviembre me entusiasmó, del mismo modo que a conocidos tanto de la sala como a los amigos habituales trotaconciertos. En definitiva, se trataba de un auténtico grupazo de folk power metal proveniente de Italia, formados hace veintiún años y que presentaban su décimo álbum de estudio Secrets of the magick Grimoire, una obra musical dentro del género muy pero que muy recomendable.

Era la hora de los italianos que, tras una intro fallida, comenzaron el show con el tema inicial de su último disco. “Invoking the Woodland spirit” arrancó con fiereza y de una bofetada sonora nos desperezó y energizó de súbito. Una buena ejecución instrumental, una voz bien impostada y casi nítida, aunque un pelín bajas las guitarras, nos acompañaron durante prácticamente toda la noche. De ese modo, “Draugen´s Maelstrom”  ya nos resultaba deliciosa, con ese característico caballito rampante por parte de la base rítmica formada por el batería Böz y del bajista Jakob.

“Runereader” se inició con un pequeño sampleado acústico para envolvernos por todos lados musicalmente, sumado a que el vocalista Damnagoras trataba de, mediante un pequeño speech en inglés, hermanarnos, lo que enardeció aún más a los entusiastas asistentes, aunque también le habríamos entendido más si lo hubieran dicho en su lengua natal, por ejemplo.

“Pagan Revolution” y “The horned ghost and the sorcerer” nos vincularon más aún a la banda, sobre todo la última con una presencia abultada del violín de Lethien. Daban ganicas de estrecharnos todos y saltar al ritmo divertido de las composiciones de estos seis paganos. Los que se lo estaban pasando en grande era un grupete de chavales que se sabían todas las canciones, que se situaron en primera fila y no paraban de gesticular y disfrutar como si fuera la primera vez que veían un directo de rock. ¡Cachorros del Metal, seguid aportando vuestro entusiasmo y desparpajo!.

“Trows Kinds” de su fantástico The Winter´s wake del 2006, emergió fastuosamente y con rabia, uno de los temas más cañeros de la noche, del  mismo modo que “Grandier´s Funeral Pyre” sonó magnífica. Poco a poco, el set list desgranado nos iba confirmando que Sala Krater se había apuntado un tanto brutal con esta banda de una calidad fuera de toda duda. Simplemente maravillosos.

Y es que el rollo épico más la voz de Damnagoras, (que me recordaba un poco a Jeff Keith de los americanos Tesla salvando las distancias), generaban un estado de bienestar y de buen rollo con temas como “Poor little Baroness”, “Black roses for the wicked one” o “The one we shall fall” ésta última de su último trabajo de estudio, la cual destilaba folk metal por todos sus poros. Daba un poco igual si no habías escuchado con anterioridad los temas, metidos en faena, era una gozada ver como desplegaban sus creaciones musicales. De nuevo, afortunados los que asistimos esa noche.

¿Lo siguiente?, un atisbo de Skywardspara atizarnos con “Elvenlegions”, con la presencia de todos los instrumentos a pleno rendimiento, gozando de un sonido magnífico para entonces. Pero faltaba un medio tiempo amoroso, “The Divided heart”, pegadiza y con unos solos combinados entre los hachas Aydan y Rafahel  muy currados. Previo a ello, presentación de la banda y agradecimientos a todos los asistentes. Con “Neverending nights” retornaron a la senda power metal y a esos ramalazos folk que caracterizaba a estos Elvenking que estaban muy cerca del fin de su show. Particularmente, el final de este tema fue para enmarcar por su extremada rapidez de ejecución, lo que engarzó a la perfección con “The Loser”, un tema hiper cañero que en directo es una locomotora, acrecentado por un frenético Böz detrás de su kit de batería. Pura fiesta metálica, melódica y que resumía a la perfección el estilo tan madurado de estos italianos.

Elvenking nos habían conquistado de forma honesta, sin demasiados alardes escénicos pero con una técnica envidiable, fruto de un arduo trabajo, años de bagaje, kilómetros y ensayos. Todo un honor presenciarlos tan cerca, todo un placer tenerlos casi en casa.

Un  último apunte, estas ocasiones pasan sólo una vez. Ahí lo dejo.

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