Eveth: Sala Entre Darts Rocks (20/12/2019)

Y allá que me lancé a surcar los mares formados en la A-4 dirección Madrid en una tarde noche tempestuosa. El motivo, más que justificado e ilusionante, era ver a los baleares Eveth en su presentación de su magnífico cuarto disco Puerta Áurea en la capital. Sería la tercera vez que los vería en directo, las anteriores dos en la sala Nana de Ciudad Real, en casa, y dado que ese finde pisarían Madrid y Salamanca, ya lo reza el refrán, “si la montaña no va a Mahoma…”

En cualquier caso allí me planté, siendo los hermanos Recio, Biel y Toni a los primeros que encuentro en la puerta de la sala y me comunicaban que por problemas técnicos se iba a retrasar la hora del concierto. Llamativa e insultantemente alarmante era la escasísima afluencia de público, pero el saludo efusivo al resto de integrantes, Leo, y a los dos David, Kamstedt y Dalmau, así como la posición optimista y profesional de toda la banda hicieron que me invadiera una sensación de expectativa y de resignación positiva. Ellos mismos verbalizaban que siempre se trataba de un placer tocar para 15 que para 200 personas, lo importante era mostrar lo que hacían y divertirse juntos. Eso sí que es ACTITUD.

Pues bien, tras una espera “moderada”, nos acomodamos en la sala los exiguos asistentes y comenzó el jugoso festín power metalero de forma espídica con “Cruzado”. A partir de ahí, con un sonido una tanto saturado especialmente en la parte vocal de David Dalmau y que mejoró un poco una vez que nuestros oídos se fueron adaptando, Puerta Áurea se desplegó temas tras tema y tras el primer e impetuoso envite, “Entre sombras”… una obra bestial, cuatro minutazos que se van fraguando y que a mitad del mismo entra en una vorágine endiablada, mezclada con un relativo medio tiempo y con relance final apoteósico donde David “Sapometal” interpretó unos solos brutales. De esas canciones que te dejan una enorme energía corpórea.

 

Así se empieza un concierto, así se mitiga el apenas tener a nadie alrededor y considerar que ese momento es irrepetible, evocador y exclusivo. Ínfimos momentos para lo que se nos venía encima, “La revelación”, una oda épica, “Las dos caras”, rabiosa y coreada, “Tu obsesión”, con un Leo Villar desatado, cómodo, sudoroso y enfrascado en el doble pedal en un solo Tom, sobradísimo el muy tenaz baterista. 

Era el turno en esos momentos de echar un vistazo a Entelequia, su anterior álbum con “Torre de Babel”, otro trallazo bien acometido por los baleares. “Cielo” nos retornaba a Puerta Aúrea, dedicada según el rubio vocalista a su reciente paternidad y a la del otro David. Y es que en la maquinaria Eveth, cada miembro estaba muy bien impostado, no había cabida a los fallos, donde el engranaje era sorprendente y natural, donde Biel Recio tenía un fornido protagonismo al bajo y ayudaba en los coros de forma excelente, donde su hermano Toni, tapadico relativamente tras una molesta columna de la sala, estaba apabullantemente enfrascado en la guitarra rítmica, donde Mr Kamstedt se marcaba unos solazos acojonantes, y también se multiplicaba en los coros, donde David Dalmau ejercía de frontman perfecto y donde Leo ejercía de comandante eficaz y expeditivamente audaz tras su kit de batería.

Una gozada vivir aquella experiencia por la cual yo me estaba acabando las existencias de las cerves sin alcohol del local, considerando que era mi momento, coincidiendo con “Mi momento existe”, retorno a Entelequia. (Jur, jur, jur, como lo he hilado). Sin embargo, sería la llegada de mi esperadísima “Ker”, la que me erizaría la piel. Y es que este tema es un compendio de lo que una canción debe ser, pegadiza que no melosa, potente, coreable, única, sorprendente, en definitiva, una suerte poder vivirla en directo. Cantidad de veces me la pongo aún para activarme en mi día a día entremezclada entre muchísimos otros grupos y canciones. Cuan orgulloso me siento de haberla sentido tan de cerca por sus hacedores. 

Mitad del concierto y una sonrojante y estúpida sonrisa me marcaba la cara, y eso que iba de metalero sanote. Pero qué demonios, “Skal”, temón y brindis en concordancia, donde el sexto miembro de la crew de Eveth, Raúl Úbeda, se animó a cantarla valientemente, todo ello para que emergiera con inmediata posterioridad “Sacrificio” , de su segundo álbum, El legado de los sueños, memorable y evocadora que me trasladó a la primera vez que la escuché hace ya un par de años largos. De ese álbum, personalmente habría rescatado mi favorita, “Espada de Papel”, pero no procedía por cuestión de set list, quizás algún día… El caso es que tras “Sacrificio”, cascada espeluznante con “Guerrero de Odín”, “Los XII caballeros” (rampante y power metalera), “Por convicción” (recordatorio especial de David a la participación de Carlos “Nano” Sanz de Dünedain en el álbum de estudio) y “Esclavos de la Ira” (corazos y solazos de David y Biel con un final fulminantemente apabullante). Hasta ahí, concluida la presentación íntegra de Puerta Aurea, gloriosa y casi irrepetible experiencia, pero aún quedaba una triada perfecta.

“Último adiós”, de su primer LP La condena del tiempo, reactualizada, rejuvenecida y recuperada para esa noche, o la imprescindible “Conjura del villano” de Entelequia. Fue en ese momento donde eché de menos más claramente a Dito Villar, hermano de Leo y encargado de hacer los violines de ese disco alucinante. Sin embargo, por motivos de incompatibilidades laborales, no pudo participar más en Eveth. Una verdadera lástima porque era la mar de simpático e hiperactivo en directo, por no hablar fuera de escena, donde es un puñetero encanto de tipo.

Y todo concluía con “La esfera del Miedo”, una severa muestra y compendio del sonido y puesta en escena de Eveth, riffs demoledores y afilados, batería y bajo contundentes, eficaces y milimétricos, así como una voz única y bien impostada, por no hablar de la resuelta compenetración e interacción que tienen entre todos ellos sin resquebrajos aparentes. Esta gente es una apuesta segura, son sencillamente perfectos para deleitar visual y sónicamente casi dos horas a cualquier amante del heavy con mayúsculas, ¡¡¡¡y en castellano!!!! Deseando pues verles una vez más, o las que haga falta.

De lo ocurrido tras la merecidísima ovación, bueno, esa es otra historia.

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