Megadeth, Youthanasia (1994)

¡¡¡Mi primer CD original netamente Heavy!!! Corría el verano del 95 y me manejaba con cintas de cassette por aquel entonces, continuando mi pulcra, lenta y sólida formación rockera autodidacta. En realidad, no lo compré, fue un regalo que me hicieron en la sección de música en un hipermercado de Murcia que ya ni recuerdo, pero sí conservo la sensación del que adquirió un tesoro valiosísimo casi por casualidad y los siguientes días, semanas e incluso meses, sonó con muchísima frecuencia en mi reproductor AIWA. Tan solo tenía la referencia del “A tout le monde”, cuyo videoclip había visto y grabado al momento en un programa de música de Canal Sur Televisión. (¿Recordáis cuando ponían rock duro en la televisión?… ya no comento nada más al respecto porque me encabrono). 

Y es tal el cariño que le tengo a este sexto disco de Megadeth, que muerdo cuando no se le nombra como imprescindible en los favoritos de la banda, algo parecido con el Black álbum de Metallica cuando se le compara con Master of Puppets o Ride the Lightning. Soy de la convicción de que no hay álbumes mejores ni peores, sino lo que en su momento te transmitió, y en aquella época, Youthanasia supuso mi apertura al resto de la discografía anterior de la banda de Dave Mustaine y al interés hacia un grupo que equivocadamente y desde el desconocimiento absoluto consideraba un sucedáneo rabioso y ensombrecido por los todoperosos Metallica, mi banda favorita indiscutiblemente en aquella época.

Con una portada de lo más inquietante y sórdida en la que aparece una anciana colgando o descolgando a un bebé de los dedos del pie de una cuerda interminable repleta de innumerables bebes colgados en un campo verde, y ya habiendo ubicado “A tout le monde” en la cuarta posición en la lista de canciones del álbum, abrí bien los oídos con “Reckoning day”, un inicio demoledor, con guitarras afiladas y una base rítmica potentísima. Y es que los cuatro músicos, cuatro bestias en lo suyo, en plena madurez artística, se habían construido a mano un estudio en Phoenix, los Fat Planet in Hangar 18, alusión de lo último a la canción del Rust in Peace, donde dieron rienda suelta a su creatividad y colectivamente hicieron temazos como “Train of consequences” (acojonante inicio, trasladándote a las entrañas de una locomotora endiablada), “Addicted to chaos”, (cadenciosa y contundente), o “Elysian Fields” (un tanto comercial pero resultona), de hecho, en esta última y en la anterior aparece una armónica inserta entre los riffs de guitarra y los coros, bastante llamativo y muy representativo del inicio del cambio que estaba dando la banda hacia un sonido menos thrash puramente dicho y más accesible, o comercial, pese a las connotaciones de la palabra.

Aún así, “The killing road”, “Blood of heroes” o “Family tree”, formaban una triada perfecta y entraban deliciosamente en las tripas, sobre todo si analizabas la cruenta letra de esta última refiriéndose a los abusos dentro de la familia. Megadeth seguía sin escatimar la denuncia social en sus letras, crudas, desgarradoras y demasiado reales. 

La canción homónima, empieza un tanto tediosa, arrastrándose y acondicionándose a la forma de cantar de Dave Mustaine, ya sabéis, con letras casi escupidas y su vibrato final tan característico, pero transcurrida más de la mitad de la misma nos regala un brevísimo duelo entre Marty Friedman y Dave Mustaine, y eso sería lo que más echaría de menos una vez que escuchara su discografía completa y reescuchara Youthanasia de nuevo, eternos, intrincados y alucinantes duelos de guitarras, precisamente entre Friedman y Mustaine, la pareja dorada de Megadeth.

Regresando a los cambios notables de la banda, se apreciaba un finísimo trabajo de producción, una imagen muy “elegante” del grupo, (desechando las camisas sin mangas y el desaliño por botas de punta, pantalones y camisas negras, a excepción de la blanca del pelirrojo de Dave), la estructura de las canciones y su colocación incluso en el disco, ordenadas y sobre todo acordes unas con otras. “I thought I knew it all”, es un ejemplo clarísimo de esa mutación que estaba sucediendo en Megadeth, para muchos el principio del fin de una época, para otros como yo, el inicio de un idilio y un respeto que aún perdura. Y eso que aún quedaba “Black Curtains”, donde predominaba el sempiterno bajista David Ellefson y el malogrado Nick Menza tras el kit de batería. Finalmente cierran el álbum con Victory”, un curiosísimo tema en el que la letra relacionada con la supuesta victoria de Dave Mustaine contra su adicción a las drogas (al año siguiente ingresaría por enésima vez en un centro de rehabilitación), lleva insertada algunos de los títulos de canciones del primer al quinto álbum editado de la banda, colándose títulos como “Killing is my business”, “Rust in peace”, “Bad Omens”, “The conjuring”, “In my darkest hour”, “Holy wars”, “Lucretia” o “Hangar 18”. La verdad es que tiene su mérito, porque encajan muy bien, muestra de nuevo de la lucidez del bueno de Dave, que demostró una vez más que Metallica podría haber sido enormísima, más aún si se cabe, si su atormentada cabeza y sus adiciones a la heroína no se lo hubieran impedido, aunque no tendríamos Megadeth y todo el legado que ha dejado y que sigue escribiendo.

En cualquier caso, Youthanasia ha sido un álbum demasiado denostado, incluso por el propio Mustaine, pese a la calidad que alberga, con temas que encajarían perfectamente en sus directos, , donde tan solo “A tout le monde” les funcionó, llegando a hacer un reboot del tema con la colaboración de Cristina Scabbia (Lacuna Coil) en el disco United Abominations del 2007. Para mí, absolutamente innecesario.

En definitiva, éste fue mi primer CD original de los muchos que hasta el día de hoy he ido recabando, coleccionando y ordenando en mi estantería, y que a día de hoy, cuando ya ocasionalmente buceo entre ellos, me genera una sensación muy grata, honesta y me retrotrae a una época en la que la pérdida de popularidad del grunge (por fin) significaba el inicio de nuevos estilos de heavy metal y el nacimiento de nuevas bandas que hoy en día cuentan ya con 5 lustros, casi nada, curiosamente el mismo número de álbumes que habían facturado Megadeth hasta el olvidado, y hoy por mí orgullosísimamente recordado Youthanasia. 

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