SATARIAL Sala NANA 02/10/16

De nuevo, gracias a nuestro mecenas José Luis (Canalla) Cañas, trae a la sala Nana a Satarial, un grupo ruso un tanto inclasificable y no muy conocido por el respetable público, que en este caso era ligeramente escaso en número. Russian Folk Black Metal, así es como se autodenominaban en su estilo, y venían a desarrollar un show místico erótico… De primeras, uno hasta se plantea si ir o no, ya que nos habíamos puesto sus vídeos o los habíamos difundido entre los conocidos susceptibles de ver un concierto… distinto. Pero, qué pelotas, por qué no ir y que nos sorprendan ante una experiencia que la gran mayoría no habíamos visto en ningún show de metal.

Estos rusos, los pioneros de su género en su país, presentaban su 7º disco “Blessed Bright”, intentando volver a sus inicios, principios de los 90, con un Pagan Metal bien definido.

La verdad es que se tomaron un tiempo antes de empezar el show, con sólo dos horitas de retraso sobre la hora anunciada, lo que permitió al paciente personal departir y compartir los motivos que nos habían llevado a acudir a ver a este grupo tan peculiar. A parte de deleitarnos con caldos de cebada fresquitos de las neveras del reino infame de José, el incienso abundante inundó la sala una hora antes del comienzo, supongo que para meternos en ambiente, así como la preparación de un mini ataúd, una pequeña caja destinada a guardar los aperos del espectáculo, y velas para dar un aspecto un tanto lúgubre y “místico”. Ya intuíamos para entonces que canciones de Heidi o Pocoyo no tocarían, aunque para algunos al cabo de dos horejas de espera y cerveceando, nos hacía mucha gracia pensarlo.

Pero todo empieza en algún momento, y el bajista rubio, músico contratado para la gira europea, despliega un violonchelo eléctrico y comienza a realizar una Intro sorprendentemente emotiva, hasta que poco a poco se fueron incorporando su líder cantante y guitarrista, autodenominado Lord Seth, la batería y cantante Angel Bust, otrora una estupenda rusa típica, ahora una especie de Yola Berrocal en rubia y con los pechos tapados, tendría frio porque años atrás los llevaba al aire. Entiendo que la ley de la gravedad también actúa para todos. Y por último, Lolita, una danzarina de cuerpo esbelto, cejas depiladas y rastas. Ésta era el elemento más llamativo del grupo, dado que centraba el protagonismo y llenaba la escena con sus bailes, contorsiones y vestidos, apenas unos velos negros que dejaban entrever sus nobles partes, todas ellas. Para entonces, el personal asistente estaba enmudecido salvo cuando Lord Seth instaba a corear en ruso sus canciones o estribillos más asequibles. Mención especial a aquel habitual de la sala que se enmascaró con una careta de diablo y sirvió de bailarín improvisado para la ninfa oscura. En ese momento, ya todo era hilarante, Lolita tocando con un enorme cuerno noruego, para posteriormente hacer el espectáculo en el que centra todas las miradas, excepto la de los más aprensivos. Al final de una canción, aunque un tanto frío y fuera de lugar (sus razones tendrán), la susodicha apoya la cabeza y los hombros en el suelo, abre las piernas totalmente desnudas como si fuera una T, la batería se acerca, y en un pestañear, coge una bengala embutida en un preservativo y se la introduce a Lolita en la vagina, pretendiendo encenderla… pero no lo hace. Ay, ay, ay, qué vergüenza ajena en ese momento. Le saca la bengala, José estaba atento y le facilita otro mechero a la batería y en este caso, ya sin música y a modo de ritual, consigue encender otra bengala dentro del mencionado órgano de la bailarina. Unos diez segundos ardiendo con la cara del personal bastante estupefacta, con sentimientos encontrados, curiosidad, desagrado, indiferencia, entusiasmo… Me recordaba a los antiguos espectáculos pseudo eróticos que se organizaban en los pueblos en la discoteca de turno hace 20 añazos o así.

Pero volviendo al concierto en sí, el sonido no era demasiado bueno, para el tiempo que habían tenido de prepararlo, las canciones que desgranaron no eran conocidas para la mayoría, y cantadas en ruso menos aún, aunque si lo hubieran hecho en inglés, también nos habrían resultado imposible de descifrar, ya que Lord Seth cantaba un gutural demasiado previsible y hasta cierto punto, monótono. El violonchelista sí cumplía con su cometido y daba un toque exótico poco habitual en este tipo de género. La batería rendía a los mandos de su instrumento y se mantenía en un segundo plano, preparando el sampleado o las intros de algunas canciones con un portátil que manejaba situado a su derecha. Lolita era una especie de libélula negra, sombría y grácil que pululaba entre el público, ofreciendo vino preparado en un caldero bajo ciertos rituales místicos y aspavientos como si estuviera en un continuo trance.

Por lo demás, no mucho más que destacar, el concierto finaliza sin demasiado entusiasmo tanto por parte de Satarial, como de los que allí nos congregamos y habíamos permanecido hasta el final del mismo, con caras variopintas. Una muesca extraña en el historial de conciertos que algunos poseemos.

Como anécdota personal, por echarles una mano en aquello del merchandising, Lolita me vendió una camiseta talla “s”, que para los que me conocen, intuyen que me cabe en una mano, y que de un modo u otro, consiguió que me la pusiera o embutiera, generando ese efecto. Esta gente no sé si volverán, pero el efecto sorpresa ya lo han perdido, por lo que si lo hacen, sería más interesante que se centrasen en la música como género y no en esta especie de pantomima erótica rituálica folk pagan metalera. Veis?, yo también me puedo inventar un estilo musical…

Do svidaniya!!!!

Texto por: Fer T-Heman
Fotos por: Merferri
(pincha en las fotos para verlas en grande)

Sé el primero en comentar

Dejar una contestacion

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.