Incordian + Vinodium, El Mirador 21/12/19

Si el día de antes fue muy lluvioso, esa noche lo era ventosa. A Tomelloso me desplazaba para ver a los Vinodium e Incordian. De los primeros, tres semanas antes los había podido ver aunque escuchar de forma irregular por el sonido estridente y ligeramente saturado en la Sala Krater de Puertollano, junto a Fuck Division y Synchronical. De aquella actuación, me quedé con la actitud y las ganas de tocar que atesoraban, se les veía muy honestos y confiados. En el caso del concierto en ciernes, tocaban en casa, junto a sus “hermanos” Incordian, también de la zona. 

Uno de los aspectos a destacar fue la afluencia de público en una sala mítica de la ciudad, un tanto incómoda porque entras y tienes delante la barra con un largo lateral que llega hasta el escenario que se abre como una L. La pista o miniplatea era minúscula, sobre todo para todas las personas que se habían citado, unas 80 personas que nos distribuimos en diferentes fases del concierto y que serpenteábamos de aquí para allá mientras disfrutábamos de unas “bonitas odas dedicadas al Amor”.

Noche de sudor, thrash metal y mala leche a espuertas fue lo que recibimos, fue lo que recolectamos y fue de lo que desde el inicio Incordian se encargó afanosamente.

Presentaban canciones de su primer disco del que aún no se había editado nada, aunque figuraban los títulos de las canciones en su set list. “Oscura realidad”, con su thrash rabioso y una sorprendente gutural de Paco, el cantante, con clarísimas influencias hardcore metal, del que solía hacer en su anterior proyecto, “La muerte donde está”, ultra atronadora y sincopada o “Pesadilla”, muy oscura, nos hicieron paladear de qué pasta estaban hechos. El sonido era perfecto, en gran medida debido al técnico de sonido que se prestó a trabajar esa noche y lo hizo de fábula en una sala complicada. Otro aspecto sobresaliente de la noche, de no haber sido así no habría sido capaz de sacar las numerosas virtudes que Incordian ya posee.

“Mugre humana”, incluso con parte melódica que se atisbaba bajo las apisonadoras sónicas, la batería de Sergio, impoluto toda la actuación y el bajo de Adri, casi aprisionado en el escenario entre pantallas y el dúo de guitarras, los hermanos Dani y Manu

Tras un solo convincente, apareció el grupo referente confeso de la banda, Angelus Apatrida y su “Give´em war”. Todo ello para caldear aún más la sala y atronar los cimientos del lugar. Varios atisbos de pogos algo arcaicos por la reducida pista y tras “Destino”, otra versión de la otra bandaza favorita del grupo, Crisix y su “Ultrathrash”, momento en el que se subió al escenario Sergio, cantante de Vinodium para mayor deleite y éxtasis del respetable. 

Cerraron con “Día a Día” y “Solo sangre”, donde Paco sacó una señal de tráfico que indicaba rotonda para alentar a que todo el mundo la hiciera y se sumara a un fin de concierto de cinco metaleros hechos a sí mismos, con cierto tufillo a que van a dar un golpe de mano en la escena musical junto a los siguientes tomelloseros de pura cepa, fabricados de tierra, raíces y metal.

Era la hora de Vinodium, momento para presentar en su casa íntegramente Involución, su segundo álbum, más completo y elaborado, limpio y sucio a la vez, espídico y machacón, del que destaco por ejemplo su tema instrumental “Esperanza”, una gozada para los oídos.

Si fuera de la sala corría un aire frío terrible, dentro, el vendaval se acababa de formar tras una breve intro con “Pergahnum”, donde la endiablada manera de hacer caña era correspondida por el público que literalmente se volvió loco, y es que hacía mucho tiempo que no veía tal entrega por parte de una audiencia en un espacio tan reducido desde los No Tolerance en Manzanares el pasado mes de abril. Y afortunadamente todo el concierto fue así, entrega, devolución, entrega, devolución, con un constante ir y venir de riffs asesinos y bases rítmicas evolventemente atronadoras, dominando el excelente sonido conseguido por el técnico Adrián Gómez (Rocky).

“Mundo inerte” o “Gilipollas” nos fulminaban las energías con un Sergio a la voz y a la guitarra muy inspirado, resuelto y magníficamente secundado por el bajista zurdo Julián, que también hacía coros, Txamu, batería incansable y Ángel a la Fender Telecaster ajada como guitarra solista.

Una de las sorpresas de la velada fue como en la siguiente canción, invitaron al escenario a la bajista Noe Baños, la cual defendió con maestría “Realidad Cohibida”, la cual era antesala de uno de mis temas favoritos, la instrumental. Bien impostada, magníficamente elegida, fastuosa en definitiva, de un gusto extremo, diría yo. “Involución” sería a la postre otro tema que enardeció al público. Para entonces, decidí dejar espacio a los más jóvenes y “saltarines”, colocándome en un lugar menos agitado pero en el que se escuchaba igual de bien. Allí, al igual que con Incordian, saboree  Destapar su mentira” (único tema interpretado de su primer y homónimo álbum) y “Kinich ahau” donde comenzaron las despedidas y agradecimientos a todo el mundo por la participación de un modo u otro en el concierto.

Aunque aún faltaba “Thrasmatólogo”, con la divertida performance del habitual desconocido (al menos para mí) amigo de la banda, que reactiva y vacuna a aquellos incautos de la música basura con dosis de puro Thrash metal. Si es que hace muchos especialistas de este tipo… El caso es que justo después sería Paco, voz de Incordian el que compartiría escenario para interpretar “Itxehl”, devolviendo el favor anterior y colaborando enloquecidamente, orgulloso y con gran tenacidad, sin florituras, a saco o a muerte, como dicen los metaleros de ahora.

El broche de oro, sería con “Operación Mengele  de los S.A., donde el público estalló en pura algarabía y rabia contenida, pero sin sangre. Y es que el respeto y la honestidad fue la tónica dominante entre los asistentes, fieles incondicionales que no dejan de asistir por mucho que el inclemente tiempo pretenda entorpecer. Esa es la actitud, esa fue la actitud y esa fue la entrega de dos bandas luchadoras, de sobrada calidad que en sus inicios asustan por su gran empuje y vitalidad y que deseamos se mantengan firmes porque el camino ilusionante se tornará oscuro y desesperadamente en ocasiones. Desde luego con la respuesta de aquel concierto en El Mirador que generaron, se pueden ya sentir más que orgulloso, tal y como me siento al dedicar un tiempo en elaborar esta historia real y que quedó en la retina y sentidos de los privilegiados que acudieron esa gélida noche de diciembre en Tomelloso.

Mención especial para José Ramón Nieto “Kemapuas” por su magnífica labor informativa y musical e improvisado maestro de ceremonias del evento. Al final, exitazo total, tal y como vaticinabas.

Y como dicen los Vinodium

Stay Thrash!!!

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