1.- MEGADETH: “The sick, the dying .. and the dead!”
Vuelta por todo lo alto de Dave Mustaine, tras vencer su batalla contra el cáncer, con un discazo monumental de thrash de muchos quilates que nos devuelve a los Megadeth más cañeros y de mayor complejidad y calidad técnica de los últimos años.
Qué duda cabe que la formación que acompaña a Mustaine para la grabación de este “The sick, the dying … and the dead!!” tiene gran culpa de ello; con un Kiko Loureiro completamente asentado en el seno de la banda y mostrándose (más que nunca) en perfecta harmonía guitarrística con Dave, y ese impagable bajo de Steve Di Giorgio (Testament, Death…) cuyas líneas se quedan marcadas a fuego en este magnífico álbum (si bien la vacante que deja David Ellefson a las cuatro cuerdas la ocupará definitivamente James Lomenzo). Mención aparte para el gran Dirk Verbeuren, magistral a lo largo de todo el disco en una continua masterclass de batería de casi una hora que deja con la boca abierta (seguro que en Soilwork lo van a echar de menos).
Andanadas brutales como “Night stalkers”, “We´re back”, “Life in hell” o el cañonazo que abre el disco y le da nombre al mismo, están casi al nivel de sus grandes hitos de finales de los ´80 y comienzos de los ´90, dejando claro que Megadeth está de vuelta a un nivelazo musical al alcance de muy pocos grupos. Metalli…qué??
2.- AMORPHIS: “Halo”
En activo desde 1990, se aprecia en esta magnífica banda finlandesa dos épocas bien diferenciadas: una primera más death metal/doom con Pasi Koskinen a la voz y una segunda etapa con la entrada en el grupo de su vocalista Tomi Joutsen para el disco “Eclipse” (2006) en la que abrazan tesituras y melodías más progresivas, folk y épicas. Sus discos, basados letrísticamente en los cuentos tradicionales fineses (el llamado Kalevala) son experiencias vitales sonoras donde melancolía, oscuridad y brutalidad conviven en perfecta harmonía.
Yo, particularmente, prefiero esta segunda época de Amorphis, en la que han editado verdaderas obras maestras de death melódico y progresivo como “Skyforger” (2009) o “Under the red cloud” (2015). Pues bien, “Halo” no se queda atrás y nos muestra a unos Amorphis sublimes manejando con maestría tanto emociones como intensidad; simbiosis en perfecto equilibrio que es seña de identidad de los de Helsinki y hace de ellos una banda única y original.
Las inspiradas melodías compartidas de Esa Holopainen (guitarra) y Santeri Kallio (teclados), junto a la buenísima producción del mago Jens Bogren (prácticamente su séptimo componente en la sombra) hacen de “Halo” una maravilla sonora para deleite de nuestros castigados oídos.
Una banda irrepetible. Un disco con alma.
3.- LAMB OF GOD: “Omens”
Tras su gran “Wrath” (2009) el nivel de los de Richmond había bajado enteros en discos con menos groove y poco thrash como “Resolution” (2012) o el anodino “Sturm und drang” del 2015. Si bien esta tendencia revirtió en su anterior y homónimo disco del 2020, es en “Omens” donde la esencia Lamb of God vuelve a rezumar por los cuatro costados.
“Omens” es un alarde de contundencia y violencia sonora en el que la banda americana van a piñón desde el minuto uno y, así, desde la inicial “Nevermore” el álbum pasa ante nuestros oídos a velocidad de vértigo con cañonazos marca de la casa como “To the grave” o la propia “Omens” y momentos casi hardcore como “Denial Mechanism”. Tan solo el desacelerado minuto inicial de la final “September Song” da algo de respiro para volver a la caña cerrando el disco por todo lo alto.
Increíble el muro de riffs que han creado para este disco Mark Morton y Willie Adler (de hecho este trabajo contiene algunos de los mejores riffs de la ya dilatada trayectoria (desde 1999) de Lamb of God); así como apabullante está igualmente Art Cruz tras la batería, haciendo (casi) olvidar a esa bestia parda de los parches que es Chris Adler. Por su parte Randy Blythe sigue demostrando que es uno de los mejores cantantes del género y escucharle en cortes como “Ditch” (que bestialidad de tema) o “Ill Designs” pone los pelos de punta.
Cuando (quizá) muchos ya no lo esperábamos, los Lamb of God han facturado uno de los mejores discos de su historia. Súper recomendado!!!
4.-OZZY OSBOURNE: “Patient number 9”
Muy superior a sus, hasta ahora, últimos trabajos discográficos, este “Patient number 9” merece estar entre los mejores del 2022 simplemente por el elenco de músicos con el que el Madman ha sabido rodearse para crearlo; aparte de ser el primero en el que vuelve a deleitarnos Zakk Wylde con sus estratosféricos solos desde aquel ya lejano “Black Rain” (2007).
Lo dicho. La lista de colaboraciones tira de espaldas: guitarristas como Jeff Beck, Eric Clapton, Mike Mc Cready (Pearl Jam) o su compañero de fatigas en Black Sabbath Tony Iommi, al que conoce desde hace más de 50 años; bajistas como Robert Trujillo (Metallica) o Duff McKagan (Guns´n´Roses), y baterías como Chad Smith (Red Hot Chilie Peppers) o el gran Tommy Clufetos, el cual acompaña a Ozzy en sus giras y discos desde hace ya 13 años. Todos ellos le dan un plus alucinante de calidad a este gran disco de Mr. Osbourne.
Cortes como el inicial “Patient number 9” (solazo de Jeff Beck), la intensa balada “God only knows”, Mr. Darkness (100% Ozzy y con magnífico solo de guitarra de Zakk Wylde) o “Degradation Rules” (con harmónica incluida y Mr. Iommi soleando con gusto exquisito) encantarán a todos los fans de esa leyenda viva llamada Ozzy Osbourne.
5.- DECAPITATED: “Cancer Culture”
Los polacos vienen destripando un death metal muy técnico y brutal desde 1996 y este “Cancer Culture” es ya su octavo disco. En él podemos disfrutar del mejor trabajo vocal de toda su carrera del cantante Rafal Rasta Piotrowski y comprobamos en qué momento tan dulce se halla la cabeza pensante de los de Krosno a la hora de componer, el gran Waclaw Vogg (aparte de asumir todo el mastodóntico trabajo de bajo y guitarra del álbum). El último en llegar a Decapitated, James Stewart, también deja su impronta (y de qué manera) tras el kit de batería. Miembro de Vader (otra leyenda del metal polaco) hasta el año 2020, James nos regala una alucinante demostración de técnica y virtuosismo a las baquetas con inmensos blastbeats y dobles bombos de infarto; pero además, dándole un inconmensurable groove a los temas de este titánico disco.
Solo por poner algún ejemplo, “Just a cigarette” sería el compendio de lo que es Decapitated a día de hoy: virtuosismo y técnica exquisita, groove y brutalidad a partes iguales; o la más audible “Hello death” con la colaboración vocal de Tatiana Schmayluk (Jinjer) o esa maravilla llamada “Iconoclast” (con Robb Flynn de Machine Head a la voz). La verdad es que todo el disco se mantiene en un increíble nivel de calidad técnica y necesaria contundencia que hace de este “Cancer Culture” el disco de death metal del año.
6.- KREATOR: Hate uber alles”
Tras 40 años siendo el referente por antonomasia del thrash europeo, los teutones demuestran seguir en un gran momento de inspiración compositiva, que les acompaña ya 20 años, desde aquel “Violent Revolution” (2001) que supuso el estreno de Sami Yli Sirnio como escudero y perfecto complemento a las seis cuerdas del gran jefe Mille Petrozza.
“Hate uber alles” se nos presenta como grandísimo disco de old school thrash metal que rezuma violencia sonora, riffs de órdago y el paradigma del estilo de lo que debe ser una base rítmica en las personas de Frederic Leclercq (bajo) y esa bestia llamada Ventor(batería), éste último, en Kreator desde su primer Lp “Endless Pain” de 1985 (ahí es nada) y que sigue aporreando salvajemente como cuando tenía 20 años.
Eso sí, un disco es bueno si lo son sus canciones, y “Hate uber alles” contiene verdaderas joya de puro thrash metal como “Killer of Jesus”, “Strongest of the strong” (cómo atronó este tema en el festival Leyendas del Rock de este 2022) o “Conquer and Destroy”.
100% recomendable para todos los amantes del thrash metal más cafre.
7.- MICHAEL SCHENKER: “Universal”
Si las colaboraciones que aglutina Tobias Sammet para sus Avantasia te parecen algo irrepetible, lee esto: Ralf Scheepers (Primal Fear), Michael Kiske (Helloween), Gary Barden (MSG), Simon Philips (Toto, The Who, Judas Priest…), Brian Tichy (Whitesnake, Foreigner…), Bobby Rondinelli (Rainbow), Bob Daisley (Ozzy, Rainbow, Uriah Heep…), Barry Sparks (Dokken, Yngwie Malmsteen…); todos ellos coordinados por uno de los genios más sublimes a las seis cuerdas que ha dado el mundo del rock: Michael Schenker.
El rubio guitarrista alemán cumple el medio siglo en el mundo de la música con un magnífico álbum llamado “Universal”, que mantiene el excelso nivel conseguido con sus anteriores “Resurrection” (2018), Revelation” (2019) e “Immortal” (2021); constituyendo todos ellos una cuádrupla imbatible de cuatro buenos discos en cinco años (con pandemia de por medio) en un alarde de inagotable creatividad de esta leyenda que se niega a vivir de las rentas del pasado.
Su guitarra Flying V vuela sobre la voz de Michael Kiske en “A King has gone” y se vuelve cuchilla afilada en la potente “Wrecking ball” (con Ralf Scheepers a la voz). Las hardrockeras “Emergency” y “Under Attack”, o la preciosa balada “The Universe”, donde comparten tareas vocales el primer cantante de MSG (Gary Barden) y el actual vocalista oficial de MSG (Ronnie Romero) y su inmenso solo de guitarra, dan una idea del nivelazo que atesora a día de hoy el rubio guitarrista de 67 años. A tenor de lo escuchado, nos queda Michael Schenker para rato.
8.- CROWBAR: “Zero & Below”
Los padres (junto con Eyehategod) del sludge metal vuelven a emerger de los pantanos de Louisiana para destripar su decimosegunda criatura; una amalgama de riffs densos sobre los que se desliza la profunda voz de su fundador Kirk Windstein y una base rítmica que es una auténtica roca de granito perforatímpanos.
Más oscuro y doom que su anterior disco (eso sí, teniendo siempre en cuenta que no hay nada “light” en la discografía de los de New Orleans), este “Zero & Below” es como una vuelta a sus orígenes, mostrándonos a unos Crowbar densos, pesados y contundentes; sobre todo en temas como “The fear that binds you”, “Bleeding for every hole” o “Chemical Godz”. Tres cuartos de hora que encierran la esencia de los 32 años de historia de Crowbar en particular y del sludge en general.
9.- THE DEAD DAISIES: “Radiance”
Sexto disco ya del combo australiano fundado por David Lowy que, tras varios cambios de formación, presenta ahora una de las más compactas de su historia. Este “Radiance” es el segundo con el mítico Glenn Hughes a la voz (también bajo) tras cuatro primeros trabajos con John Corabi y es, posiblemente, el mejor álbum de su discografía (con permiso de su gran “Make some noise” del 2016).
“Radiance” es la continuación estilística de su anterior “Holy Ground”, pero con más potencia y solidez en las bases rítmicas, luciéndose ese tándem mágico que forman Glenn Hughes y Brian Tichy.
Estamos hablando de un magnífico álbum de buen hard rock con constantes guiños al funk y el blues, en el que todas las canciones tienen su magia, no habiendo cortes de relleno; aunque, por resaltar algunos, temas como “Hypnotize yourself”, “Born to fly”, la inicial “Face your fear” o el tema que da título al disco, son de escucha obligada y en los que más se luce su excelente hacha Doug Aldrich(Dio, Whitesnake…) con su sonido de guitarra marca de la casa y sus alucinantes solos. Supergrupo. Grandísimo disco.
10.- AMON AMARTH: “The Great Heathen Army”
El nuevo disco de los reyes del viking metal es un ejercicio de contundencia sin florituras innecesarias (9 temas en algo más de 40 minutos), lo que unido a la cristalina producción de Andy Sneap, hace su escucha amena e intensa. Los suecos salen a degüello desde los primeros acordes de la inicial “Get in the ring” comandados por la cada vez más tremebunda voz (debe ser cosa de la edad) de Johan Hegg; así como tremebundos son los riffs de este disco, dando Amon Amarth cada vez más prioridad a la “pesadez” con respecto a la velocidad. Esto se comprueba en la casi “heavymetalera””Heidrun”, la cadencia de “Find a way or make one” o la lenta y épica “The serpent´s trail”. También es cierto que “The great heathen army” contiene alardes técnicos casi death metal como “”Oden owns you all” (apabullante Jocke Wallgren tras la batería), pero sin salirse de los cánones “Amon Amarth” que tanto éxito les ha dado.
Ya ha llovido desde aquellos primigenios “Once sent from the Golden Hall” o “The Avenger” (con el que yo los descubrí) del siglo pasado, pero los escandinavos siguen fieles a su estilo y sin defraudar, en su sincera propuesta, a nadie.
Como nota curiosa resaltar el tema “Saxons and Vikings” con Biff Byford (Saxon) que, aunque a priori pueda descolocar a más de uno, a la postre es uno de los mejores cortes del disco.
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