Windmill en el Leyendas del Rock (5)

Definir o establecer el estilo musical de los británicos Cradle Of Filth siempre ha sido un auténtico quebradero de cabeza no exento de polémica. Polémica que, por cierto, ha acompañado a la banda de Suffolk durante los casi treinta años de trayectoria que les avala. Términos como “Symphonic black metal”, “dark metal”, o “gothic metal” han sido algunas de las etiquetas que han intentado representar un estilo tan único como del que hace gala la banda del frontman Dani Filth, el cual llegó a definir, en tono jocoso, su estilo como “heavy funk”, anotando a posteriori que les gustaría ser reconocidos simplemente como “Cradle of Filth”.

Y de qué manera es así. Más allá de vanas polémicas, resulta innegable reconocer que los británicos han conseguido algo tan complicado como acercar su particular género de metal extremo a un público masivo. Sus letras giran en torno a muy diversas materias (muy raramente tocan temas satanistas, pese a haber sido acusados de ello en diferentes ocasiones), y no es raro que sus álbumes giren en torno a temáticas concretas o incluso personajes concretos, tal como es el caso del asesino en serie francés del siglo XV Gilles de Rais (“Godspeed on the Devil’s Thunder”, 2008), la figura de Lilith (“Darkly, Darkly, Venus Aversa”, 2010) o la infame condesa húngara Elizabeth Báthory (“Cruelty And The Beast”, 1998). Será este último disco el que homenajearán de manera notable en esta visita al Leyendas del Rock, ya que cumple su vigésimo aniversario.

Aunque la presencia de Cradle of Filth en tierras españolas no es rara avis, ya que suelen visitarnos prácticamente con cada gira, esta era la primera vez que visitaban el festival Leyendas del Rock, por lo que nada más comenzar a colocarse las primeras imágenes de su escenografía, ya contaba con una legión de fans entregados a lo que iban a experimentar.

Caía la noche, y con los primeros compases de la instrumental “Once Upon Atrocity”, los miembros de la banda aparecieron de entre oscuridad y humo para entusiasmo del respetable. Lo que siguió a continuación fue una dosis de tralla que mantuvo al público entregado durante buena parte del show. Ya que se encontraban celebrando los veinte años desde que se lanzó su disco “Cruelty And The Beast”, los cuatro primeros temas que sonaron respondieron exactamente a los cuatro primeros del disco… y en ese orden. Con “Thirteen Autumns and a Widow” consiguieron acelerar el flujo sanguíneo del público con un despliegue de energía, contundencia y entrega. El delicioso contraste entre la oscuridad de la voz gutural de Dani con la dulzura de los coros de la teclista Lindsay Schoolcraft marcaron todo el concierto, añadiendo aún más mística y simbolismo a la escenografía, la música, y a la actuación en sí. Siguieron “Cruelty Brought Thee Orchids” (sublime la voz de Lindsay) y “Beneath the Howling Stars” para cerrar la primera parte del concierto, homenaje a un “Cruelty and the Beast” muy querido, por cierto, por el propio Dani, y que la banda planea relanzar bajo el nombre de “Cruelty and the Beast: Re-Mistressed” en noviembre de este mismo año.

La banda sonó en todo momento bastante bien acoplada en cuanto a sonido, con Dani entregando exactamente lo que todos esperábamos de él y haciendo gala de todos los registros guturales y gritos brujeriles que sabe manejar a conveniencia. También tuvo la oportunidad de dirigirse al público en repetidas ocasiones para reforzar los mensajes que recibiríamos posteriormente en las propias canciones. Quien quedaba en un discreto segundo plano, al menos, en cuanto a disposición en el escenario, muy al fondo, era la propia Lindsay, que realizó un concierto magnífico tanto a nivel vocal como al teclado, aportando los matices necesarios en cada uno de los temas. El caso del batería Martin Škaroupka es harina de otro costal. Parapetado tras el cristal, cual bestia tras sus barrotes de acero, el checo resultó una apisonadora sobre la que cabalgó el resto de la banda durante todo el espectáculo.

 

El resto de los miembros de la banda interactuaron bastante con el público, a la vez que descargaban toda su munición sobre nuestros oídos. Caso destacable es el guitarra Richard Shaw, que no paró de moverse durante todo el espectáculo como salido de una película de James Wan. Parece imposible que una banda por la que han pasado tantísimos miembros durante su trayectoria (Dani Filth es el único miembro fundador que continúa en ella) pueda sonar tan empastada.

Continuaron el concierto con más nostalgia noventera, con “Malice Through the Looking-Glass”, de su disco “Dusk and her Embrace”, donde ambos guitarras se lucieron uniendo sus notas en una atrayente melodía que envolvió las voces de Dani y Lindsay.

“Heartbreak and Seance”, primer single de su último disco, “Cryptoriana, es el único tema que tocaron correspondiente a sus últimos 15 años de recorrido. Con él, continuaron machacando al público, sin dejar respiro, ya que prosiguieron con la sorprendente elección de “Summer Dying Fast”, correspondiente a su primer disco, “The Principle Of Evil Made Flesh”, que se remonta a 1994.

Únicamente se ofreció una tregua temporal con la delicadeza vampírica de “Nymphetamine”, donde el público, entregado, lo dio todo desde que se escucharon las ya clásicas primeras notas estilo “cajita de música” que dan comienzo al tema, convertido en todo un hit del mundo del metal. Dani y una Lindsay que no tuvo nada que envidiar a la propia Liv Kristine (cantante en la versión de estudio) consiguieron atrapar a un público que coreó con ellos las partes más significativas.

De vuelta a los 90, los de Suffolk remataron el concierto con “Saffron’s Curse” y la también aclamada “Her Ghost In The Fog”, con las que dejaron al público satisfecho, aunque con ganas de más. No en vano, resulta sorprendente que no finalizaran el concierto con la que posiblemente sea su canción emblema, “From The Cradle to Enslave”, lo que habría supuesto una guinda en el pastel que, probablemente debido a problemas de tiempo, no llegó.

Aunque dejaron en el tintero muchísimos temas que la fanaticada posiblemente echaría de menos, olvidando casi enteramente su discografía desde los años 2000, centrándose en los 90 y descartando temas más recientes como “Right Wing Of The Garden Tryptich”, “Honey and Sulphur” o “Frost on Her Pillow”, sus casi setenta minutos de tralla y dulzura, sensualidad y sangre, voces abismales y angelicales supieron contentar al ejército de fans con que cuenta esta banda, que dio y entregó lo que el respetable esperaba.

              SETLIST

  • Once Upon Atrocity
  • Thirteen Autumns And A Widow
  • Cruelty Brought Thee Orchids
  • Beneath the Howling Stars
  • Malice Through the Looking-Glass
  • Heartbreak and Seance
  • Summer Dying Fast
  • Nymphetamine
  • Saffron’s Curse
  • Her Ghost In The Fog

     

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