Un año más acudimos fielmente al evento de rock por excelencia de la ciudad minera de Puertollano. El Paella Rock llegaba a su 13ª edición (ahí es nada) y este año presentaba varias novedades de gran calado: en vez de en primavera, iba a celebrarse en otoño y, en vez de en el Coso Polivalente, en esta ocasión la ubicación elegida iba a ser el pabellón “La Central”. Otros aspectos sí que permanecieron inamovibles y son, precisamente estos, su esencia y seña de identidad: su carácter solidario (allí estaban con sus stands asociaciones como “Arañazos” o “Ni un niño sin lápiz”); su índole familiar con ese público fiel que año tras año ya constituye “la familia paellera” y, como no, su tradicional cena a base de paella gratuita para todos los asistentes.
Tras los prolegómenos matutinos y el cocido de a mediodía amenizado por las actuaciones de Marcos Destrozo (que se reveló como un gran compositor, un auténtico poeta urbano), Graci Rodríguez (a su prodigiosa voz se le sumó ese genio de las seis cuerdas que es Noly, de Mártires del Compás) y Fuselaje, que con su setlist plagado de versiones superconocidas de grupos míticos como Barricada o Leño pusieron a bailar y cantar a todos los invitados al evento; llegó el momento de abrir las puertas de ese magno pabellón que es “La Central” para que diera oficialmente inicio el XIII Paella Rock, que este año contaría con las actuaciones de Estallido Grisú, Ciudad Olvido, Maldito Matas, Reptile y Leize.
Los locales Estallido Grisú fueron los encargados de dar el pistoletazo de salida al festival con su punk alegre y desenfadado pero muy contundente. Temas propios como “Fuera de nuestros barrios” o “Queremos ir a misa” se alternaban con versiones perfectamente ejecutadas de Desakato (“Octubres rotos”) o ese símbolo de la resistencia antifascista italiana que es “Bella Ciao” o ese “Txus” (La Polla) final que provocó la algarabía entre el aún no muy numeroso público.
No quiero dejar pasar por alto su inicio del bolo: empezar el concierto con “El pozo María Luisa”, himno minero por antonomasia, en “La Central”, antigua estación de transporte de carbón por vía férrea, fue todo un puntazo.
Buen concierto de Estallido Grisú. Enhorabuena chicos!!
Los siguientes en asaltar el escenario de “La Central” fueron los madrileños Ciudad Olvido, formación que aglutina a músicos muy curtidos y contrastados de la escena de la capital provenientes de varios grupos como Wild o La Leñera. Con dos trabajos discográficos en el mercado (y un tercer disco en ciernes) basaron su actuación en su “Mientras todo arde” (2020).
Así, su rock cañero y callejero resonó con “Aguardiente”, “Abriles y eneros” o “Ni negro ni blanco”; temas con un regusto añejo a hard rock destilado con elevada gradación y recordando por momentos a los mejores Marea (a ello contribuía el timbre de voz de su cantante, Joako, muy en la onda Kutxi Romero). De hecho se marcaron una versión del “Perro Verde” de los de Berriozar que les quedó de lujo.
Otro guiño a sus influencias vino de la mano de “Azulejo frío” del Drogas y sus Txarrena, tras lo cual pusieron perfecto colofón a su concierto con “La Respuesta”, de su primer Ep del año 2017 “Heridas abiertas”.
Excelente descarga de Ciudad Olvido que caló hondo entre el público paellero.
Yo, particularmente, quiero dar las gracias a Dani Calero (batería) por el detallazo de salir al escenario luciendo una camiseta de mis queridos Boomker. ¡¡Se te quiere, Dani!!!
Llegaba el que, a posteriori, fue una de las mejores actuaciones del festival: una apisonadora llamada Maldito Matas arrasó “La Central”. En ningún momento suenan a banda amateur de amigos de Ciudad Real y Miguelturra que se han juntado “a echar ruido y unas cervezas”; suenan a bandaza grande y profesional que, tras la despedida de los escenarios de Desakato, pueden (y deben) tener su hueco en la escena estatal del punk rock más contundente.
Maldito Matas nos regaló un increíble bolazo de muchos quilates, sin fisuras ni altibajos, con una alucinante velocidad crucero constante a base de cañonazos de su tetralogía “Canciones Malditas”. Algunos de los más celebrados fueron “Arde”, “Las bestias”, “El comehombres” o la final “Perder para vencer”.
Tienen grandes canciones, buenísimas letras, son 100% actitud, impagables coros de Víctor y Richard que se complementan perfectamente con la voz de Julio … La sinergia de todo ello dan como resultado un muro sónico llamado Maldito Matas. Chapeau por ellos !!
Tras la pausa para la tradicional paella, siendo ya noche cerrada y algo fresca, llegaba el turno de los madrileños Rēptile. Gozando de un sonido nítido y potente iniciaron su descarga con el tema que abre su último disco (“Animales salvajes”, 2023) la gran “Religión y ley”, mostrando su propuesta a base de rock potente pero muy melódico que por momentos recordaba a unos Sôber decelerados.
Su setlist fue una perfecta alternancia entre los cortes del ya mencionado “Animales salvajes” (“Enloquecer”, “Disfraz” o ese apabullante “Muerde”) con los cortes de su “Ruido orgánico” del 2021 (“Tus fantasmas”, “Cartón piedra” o ese final con la cañera “El favorito”), demostrando buen hacer y calidad musical a raudales; si bien el público estuvo algo estático (tampoco ayudaba el tener la barriga llena de paella). A pesar de esto, muy buen concierto de los madrileños Rēptile en este XIII Paella Rock.
Llegaba el turno del cabeza de cartel del festival, llegaba el turno de los míticos (y muy queridos) Leize.
Con más de 40 años a sus espaldas (como así reza el título del inminente nuevo disco de los de Zestoa (Guipúzcoa) llamado “40 peldaños”) y un impresionante bagaje discográfico en su haber, saltaron a las tablas de “La Central” los legendarios Leize. Félix Lasa ( voz y guitarra), Mikel Lazcano (guitarra solista), Toño Rodríguez (bajo) e Ibi Sagarna (batería) volvieron a demostrar en Puertollano el dulce momento en el que se encuentra la banda: nunca a lo largo de su historia han sonado tan potentes y cada concierto suyo es un valor seguro, una sumamente recomendable experiencia vital que te deja exhausto y muy satisfecho.
Tras el inicio con “Sin sitio” (del “Solo para tí”, 2008) la sucesión de clásicos en cascada fue de órdago: “Futuro para mi”, “La Rueda”, “Acosándome”, “Caminando”…
Me llamó la atención las caras de felicidad que se veían por doquier en el recinto, tanto con los temas más modernos (“Ya lo sé”, “No podrán”) como con esas joyas del rock vasco que son “Flores para tí”, “Sangre de barrio” (que acabó con Toño y Mikel tocando entre el público) o “A tu lado”, la cual les quedó preciosa.
Ese “Sospechoso” con la presencia en el escenario de la queridísima Graci Rodríguez, y ese final de fiesta con “Buscando, mirando” y “Devorando las calles” vino a confirmar que acabábamos de presenciar, afortunados los que allí estuvimos, un lujazo de concierto de los que se te quedan en la memoria mucho tiempo.
Leize son simpatía, Leize son profesionalidad y calidad musical….Leize son muy grandes.
Eskerrik asko, chicos. Gracias por volver a ésta vuestra casa manchega que siempre tendrá las puertas abiertas para vosotros. Hicisteis grande el Paella Rock 2024 con vuestra presencia.
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