Clann Zú: Rua (año 2000)

Sinceramente, en mi vida pensé que acabaría haciendo una reseña de este disco (de hecho jamás pensé que llegaría a hacer reseña alguna de un disco, pero esa es otra historia). Uniéndome a la aplaudida tendencia en la redacción provocada por mi compañero Antuán, más que analizar un disco trallado por muchos voy a intentar dar un poco de visibilidad a un disco muy querido pero poco conocido descubierto en pleno auge de mi curiosidad musical hace ya tiempo.

Lo primero que interpreté de la idea básicamente era mostrar ese gran disco que le tienes igual cariño por su calidad que por el concepto de ser «un disco que solo tú conoces», en ese momento lo tuve claro, el Rua de Clann zú. El problema radicaba en que no es un disco que se ajuste digamos a los estándares de esta bendita web: ni sonidos potentes, ni ruido eléctrico, ni pelos cardados… pero confié en la libertad de la que siempre nos insistió nuestra jefa.

¡Ojo! no nos confundamos, es rock, podría decirse que es un Art Rock que bebe igualmente de Faith No More y The Mars Volta con la voz y tono de Jim Morrison… y aún así estaría lejos de parecerse a algo que por lo menos yo había escuchado por entonces.

Encontré al grupo por casualidad, como supongo que lo habremos hecho todos con nuestros grupos de culto. Empezaba a curiosear mucho a principios de los 2000 por foros de música por internet cuando vi un comentario que decía «si te gusta Dredg (grupo al que admiro profundamente) no dudes en echarle un vistazo a este disco». Álbum debut de Clann Zú, un grupo australiano con extraño nombre. Lo escuché y, aunque para nada me recordó a Dredg sí es cierto que le reconozco lugares donde un seguidor de los californianos estaría cómodo. Un disco diferente, con rock, pasajes electrónicos, buenas dosis de folclore irlandés pero sobre todo una maestría para crear atmósferas colmadas de nostalgia abrumadora.

El cantante Declan de Barra (menudos nombres se gastan), inmigrante irlandés, presumía de una voz espectacular potentemente influenciada por Jim Morrison y servía de aparato cohesor de todas las canciones. Canciones tan diferentes pero que a la vez formaban un cuerpo perfectamente definido en su conjunto. Influencias de rock progresivo (Words for Snow), música clásica (la espectacular Five Thousand More), Folk irlandés (Rí Rá o la maravillosa Crashing to the Floor) y mucho The Doors (Hope this Day).

No daba tiempo a aburrirse, las canciones eran tan diferentes entre ellas y te ofrecían algo totalmente distinto… Pero donde el grupo me remató fue con sus maravillosos pasajes melancólicos, Lights Bellow y You’re Listening to a Dead Man Speak (tema que cierra el disco), dos canciones absolutamente maravillosas, de una belleza poética espectacular y un halo de tristeza y derrota que pueden mirar por encima del hombro al corazón más desconsolado de la obra más triste de Anathema.

Un álbum profundo pero que no deja en ningún momento que te canses, las canciones se van sucediendo y cada vez eres más incapaz de ponerle una etiqueta a su música.

El grupo se trasladaría a Irlanda en 2002, sacarían su segundo disco en 2004 y se separarían al año siguiente, una auténtica pena. Carrera corta pero intensa que nos dejaría esta auténtica joya escondida que desde aquí quiero reivindicar.

En serio, merece muchísimo la pena darle una oportunidad a un disco tan bello y rebosante de creatividad. Haceros un favor y acercaros a él, disfrutad de uno de los secretos mejor guardados de lo que llevamos de siglo.

 

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