Diario de una locura: con Evil Impulse en Donosti

Si estás tranquilamente en tu casa y con unas horas de antelación te proponen meterte 9 horas en una furgoneta con otros cuatro bigardos jevirulos para ir al País Vasco, dormir poco y mal para, posteriormente al día siguiente, volver a meterte en la furgo otras 9 horas de vuelta a casa, ¿tú qué harías?… Pues yo dije que sí; y es la experiencia más alucinante que he vivido últimamente. Que uno de tus grupos favoritos te invite a ir con ellos de gira es el sueño de todo fan y no lo podía dejar escapar.

Así, a las seis de la mañana del sábado 9 de marzo comenzaba esta aventura; un viaje que se iniciaba aún de noche y con tres ocupantes en la furgo  (Víctor al volante, Álex y un servidor) con destino a Aranjuez, donde los guitarristas recogerían a Rodri (batería), el cual, aunque parecía que sería imposible por mera cuestión de espacio, acopla todos los elementos de su batería (excepto el bombo, eso sí) en la parte posterior del vehículo. Nueva parada en Madrid a recoger a Zeustasio (el técnico de sonido) y ¡¡rumbo a Euskadi!!

Los tres ocupantes de atrás (Zeus, Rodri y yo) formábamos una única masa corporal tan compacta que si hubiéramos volcado ni nos habríamos tanteado de lo encajados que íbamos. Cualquier movimiento en los extremos se traducía por onda expansiva en un golpazo en las costillas del pobre Rodri que iba en el centro; a lo largo del viaje fue notando como, además, se le iban entumeciendo las piernas por la falta de flujo sanguíneo a esos pies que en unas horas tenían que aporrear el doble bombo. Todavía me pregunto cómo pudo tocar esa noche.

A pesar de mi ofrecimiento, Víctor se tragó todo el viaje de ida conduciendo (Alex lo haría a la vuelta) lo que me permitió disfrutar del recorrido sin la responsabilidad del volante que habitualmente asumo en todos mis viajes, admirando las vistas de Somosierra, lo bonito que aparecía Lerma a nuestra derecha, cómo despuntaba a lo lejos la catedral de Burgos desde la autovía A-1 a su paso por la ciudad castellana o saborear los imponentes paisajes de Euskadi.

Ya a mediodía, parada a comer en Vitoria Gasteiz en el bar restaurante Etxe Maite, donde Dani (Floppy) nos trató de lujo y preparó un alucinante y potente arroz que nos dejó tronchados. Abusando de su generosidad nos apropiamos de los pintxos que tenía en la barra y que nos darían la vida luego ya de madrugada. Genial tío este Dani y super recomendable sitio para comer si vais por allí. Para más inri, no esperéis allí de música ambiente precisamente reggeton mientras os hinchais a comer. En fin, un trato y un ambiente excelente.

Nos quedaba el tramo final (algo más de una hora) para llegar a Donosti, con la barriga llena y una sonrisa en la cara (es lo que tiene el licor de hierbas vasco cuando es casero) y así, literalmente partiéndonos el culo a costa de los coros de cierta canción de cierto grupo que nos empeñamos en aprendernos para cantársela a modo de saludo a Toño, nos plantamos en Larratxo (Donosti) para la prueba de sonido. Allí se nos unían tanto Toño (vocalista) como Pedro (bajista). Eran las cuatro de la tarde y acababan de probar Crisix, con lo cual, a descargar la furgo y directamente al jaleo.

El Centro Cultural de Larratxo es un espacio ideal para la realización de conciertos: amplio escenario, techos altos, espacio diáfano para el público sin obstáculos ni columnas, gran acústica… me encantó. Esto, unido al trato de Charly (promotor del evento) hacia mi persona que fue muy cordial y atento en todo momento, hizo la tarde entretenida y amena.

Ya durante la prueba de sonido se intuía que Evil Impulse iba a sonar brutal esa noche, como así fue, y es que entre Zeustasio y Alex hicieron virguerías con la cacho mesa de mezclas que pusieron a disposición de las bandas en la sala. Una vez estuvo todo chequeado era el turno de probar de Vita Imana, lo que aprovechamos para refrescar las gargantas en un bar cercano; todos menos Rodri que se quedó colocando unas cámaras y micros para grabar el bolo y llegó algo más tarde.

No puedo pasar por alto reflejar aquí el ambiente y buen rollo que se respira en el seno de la banda: las bromas y las risas son una constante cuando estás con ellos; pero, eso sí, cuando toca hablar de aspectos importantes del funcionamiento del combo, planes de futuro, management, estado de cuentas, etc; ahí son unos tíos serios y profesionales con las ideas claras y una planificación, una determinación, encomiable.

Llegaba la hora de los conciertos y volvíamos a la sala dispuestos a disfrutar de una noche de metal sin paliativos.

Con el Centro Cultural de Larratxo ya prácticamente lleno de gente y con puntualidad exquisita (en Euskadi son así, lo cual es muy loable) comenzaba su descarga Vita Imana, que tras un año y medio fuera del circuito de conciertos tras la salida del grupo de Javi Cardoso (vocalista) y Puppy (guitarra) reaparecían con disco nuevo (“Bosa”) y presentando cantante (Mero, de Cuernos de Chivo). Por todo ello, la expectación (y las dudas) era máxima.

Pues bien, se atrevieron a desgranar casi en su totalidad su “Bosa”, si bien era cuando recurrían a sus clásicos (“Animal”, “Romper con todo”) cuando más feedback recibían del numeroso público. Señalar que aunque tuvieron problemas de sonido (se les llegó a ir del todo en “Seis Almas”) acabaron por todo lo alto con sus temas insignia “Paranoia”, Gondwana” y “Un nuevo sol” dejando buen sabor de boca. La sombra de Cardoso es alargada pero Mero tuvo un debut más que decente y el hecho de que Vita Imana esté de vuelta es una magnífica noticia para todos los amantes del metal patrio.

Era el turno de Evil Impulse que dieron un bolazo de órdago, con un sonidaco potente y nítido. Salieron a por todas desde el comienzo con la gran “Ancient Paradox” y supieron meterse al público vasco en el bolsillo desde el minuto uno. Temazos de su “The Unbroken Ritual” como “The great dunghill”, “Act of faith” o “Valley of silence” se alternaban, en un compacto y coherente set list, con los del “Who´s gonna kill who?” como la propia “Who´s gonna…”, “Lobotomizer” o “Evilized” y, todos ellos, eran recibidos con los brazos abiertos por el respetable que petaba la sala.

Viendo que aquello iba rodado, la banda se vino aún más arriba clavando (creo que como nunca antes) el “Blood & Thunder” de Mastodon y atreviéndose incluso a organizar un “Wall of Death” con “When the killers”. Ante la insistencia de toda la sala que gritaban al unísono “Beste Bat”, “Beste Bat” (“otra más” en euskera) se vieron obligados a regalar al público de Donosti un “The end of the road” que supo a gloria. Con estos dos últimos temas, además, le daban merecida cancha a su Ep del 2013 “Flames from the ground” completando un setlist redondo, contundente y muy completo, fiel reflejo de lo que es hoy día Evil Impulse.

Tras el subidón que supuso el show de los manchegos, llegaba el turno de los cabezas de cartel, los catalanes Crisix; los cuales tienen en su haber 4 muy buenos discos y son uno de los grupos españoles con más proyección internacional a día de hoy.

Un inmenso telón blanco con el logo del grupo cubría la totalidad de la pared posterior de la sala cuando salieron a escena los chicos de Crisix para atacar como inicio del show temas de su último disco (“Against the Odds”) con un sonido algo chirriante y guitarras algo opacas. Aun así, los de Barcelona demostraron estar en un gran momento de forma y dieron un show muy dinámico y divertido. Le dieron chance a todos sus discos y temas como “Conspiranoia” o “G.M.M” de su anterior “From blue to black”  fueron recibidos como auténticos clásicos del thrash metal. Además el fichaje como bajista de Pla (guitarra y voz de los gallegos Mutant) le da una contundencia extra al combo catalán a todas luces palpable y evidente. Gran final de fiesta con “Bring ´em to the pit” (mientras una decena de grandes globos hacían las delicias de los más juguetones) y “Ultra Thrash” (con una veintena de fans subidos con ellos en el escenario).

Desde luego tienen la calidad, el desparpajo y la juventud para triunfar, pero quizá sus shows son demasiado cirquenses para una banda de thrash metal que se considere seria: otra cosa sería que fuesen, por ejemplo, Gigatrón o Mojinos; pero yo no recuerdo “entretenerme” o “reirme” las ocho veces que he visto a Slayer  (había gente que salía a la calle tras el bolo diciendo lo entretenido que había sido y lo que se habían reído). Aun así, muy buen concierto de Crisix, en una imparable carrera al éxito multitudinario que les lleva este año a tocar en festivales europeos de la envergadura del Wacken Open Air.

Llegaba el momento que todo músico teme: tocaba ponerse a recoger todo y cargar la furgo más que cansados, agotados. Tras este obligatorio bajón, nos vamos de madrugada al hotel en la zona de Uba Bidea y descubrimos al llegar que tiene una gran zona de arboleda con mesas y bancos de madera… ¡ay, si tuviésemos unas cervezas!. De repente Rodri aparece  con una bolsa de basura llena de hielo y birras que había canjeado en la barra del bar de la sala por las consumiciones del grupo que habían sobrado (¡¡mi héroe!!). Impagable el improvisado picnic que montamos allí de madrugada. Una vez agotamos birras y “cigarros” nos dispusimos a intentar dormir, cuatro en una habitación con literas, donde las risas continuaron al comprobar que uno de nosotros parecía tener, en una extraña mutación del género humano, dos laringes que le permitían roncar y reir al mismo tiempo sin despertarse, completamente dormido. Increíble.

La mañana del domingo 10 de marzo, con los ojos entornados, vemos en todo su esplendor el enclave del hotel y las vistas de Donosti que ofrece a la luz del día. Un regalo para la vista que mitiga (parcialmente) el deplorable estado en que me hallo. Eso sí, las perspectivas de espacio en la furgoneta para el viaje de vuelta eran más halagüeñas, ya que nos repartiríamos de tal forma que no tendríamos que ir los cinco apretujados. La verdad es que dicho viaje de vuelta no se me hizo largo, recordando y relatando vivencias y anécdotas del día anterior durante el trayecto. Breve parada a comer a la altura de Burgos y arreón hasta Aranjuez, concretamente hasta el local de We All Fall (el otro grupo de Rodri) donde el batería deja sus bártulos; por cierto, guapísimo local de ensayo donde Rodri tiene montada una imponente batería.

Tras esta última escala nos adentramos en tierras manchegas los mismos tres que el día anterior avanzábamos por ellas, solo que ahora en dirección sur y con Álex en vez de Víctor al volante.

Sobre las nueve de la noche llego a mi casa, derrotado sí, pero con una sonrisa de oreja a oreja, asimilando todo lo vivido junto a estos tíos tan grandes. Una aventura plagada de recuerdos imborrables que quedarán en mi retina y mi memoria para siempre.

Gracias chicos. Gracias Evil Impulse. 

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