Hammerfall + Helloween (2/9/23 – Madrid)

Muchas eran las ganas y la expectación por volver a ver sobre las tablas de Madrid a estos dos gigantes del Heavy Metal. El día era gris y atravesando la sombra de una DANA amenazante, llegó finalmente este ansiado concierto, tan esperado desde el pandémico año 2020.

En los accesos al WiZink center ya se respiraba el electrizante preludio de la descarga inminente. Tras una hora de espera accedemos al interior del recinto donde recorrimos el famoso acceso en el que Bisbal dijo su viralizada frase: “bueno, lo primero de todo: ¿cómo están los máquinas? “Los máquinas” estaban bien y se hicieron alguna que otra “fotillo” para inmortalizar el momento.

A las 19:45 con puntualidad sueca y gran estruendo cayó el primer golpe del Martillo de “Héctor”, el icónico personaje con el que Hammerfall despertó a los asistentes mediante uno de los grandes temas de su último disco “Brotherhood” para desatar después las primeras reacciones masivas con su mítico “Any means necessary” y seguir con “The metal age”: una edad del metal que sigue más vigente que nunca, como demostraron las miles de almas que abarrotaron el lugar e iban encajando sus golpes al unísono.

Metidos en harina dieron un nuevo mazazo con “Hammer of dawn”, “Blood Bound” y la coreada “Renegade” como preludio de su momento más místico con “Venerate me” donde el vocalista Joacin Cans nos explicaba previamente el sentido del tema, que todos morimos dos veces: una la última vez que respiramos y otra la última vez que alguien pronuncia nuestro nombre (say my name and I Will never die).

Hammerfall (foto de FranMeat)

Coreando el “I am the one who lose control” de su mítico “Last Man Standing” el público volvió a enloquecer mientras pasaba por el ecuador de esta travesía con el gran medley que se marcaron con fragmentos de “Hero’s Return”, “On the Edge of Honour”, “Riders of the Storm”  y  “Crimson Thunder”.

Pero entonces el “élfico” Oscar Dronjak sacó su guitarra con forma de martillo, seña de identidad de la banda, golpeando las cabezas y oídos del respetable con “Let the hammer fall”; puños en alto y gente entregada. Enorme Oscar, fue un auténtico espectáculo durante todo el show.

Después del estruendo se calmaron las aguas recordándonos que nada en la tierra permanece por siempre, estribillo de su tremenda power-ballad “Glory to the brave” para finalizar recordándonos que ellos hacen “Sweeden rock”, abandonando brevemente el escenario para volver a los pocos minutos a regalarnos el bis “Hearts on fire” y así quedaron todos los corazones de los allí presentes: on fire y con la sensación de que si así de opulento había sido el aperitivo ¡cómo sería el plato principal del menú! pronto lo sabríamos… Mientras con la satisfacción del deber cumplido y sabedores de haber dado un concierto de altísimo nivel se despiden los tremendos, espectaculares “Hammerfall” una formación muy compacta y sólida que sin duda nos volverá a dar muchos más momentos como este.

Tras una pequeña pausa para los últimos ajustes técnicos cayó el telón y aparece de lo más alto el icónico “Jack-o’-lantern” la impresionante calabaza de “Helloween” recubriendo por completo la plataforma de la batería y presidiendo el escenario mientras suenan los acordes de “Orbit” orquestada como perfecta intro para continuar con el temazo “Skyfall” ambas del disco homónimo a la banda. Y así, como agua caída del cielo y con la conjugación de los tres cantantes en escena, ya se habían metido en el bolsillo a un público que esperaba sediento el fin de la “sequía” de los “himnos” de sus héroes, en la capital.

Y después de la meteórica lluvia el Águila remontó el vuelo con “Eagle Fly free” alzándose a lo más alto del cielo de Madrid cuyo poluto aire de gran urbe nos viene a la cabeza mientras suena “Mass pollution”, seguidos de los trallazos “Future world”, “Power” y “Save US” líbranos… del reggaetton, Dios mío!! Que ya tenemos temazos como estos!!

Con estos mimbres comienza a sonar la secuencia de “Walls of Jericho”, que por tantas veces me vino a la cabeza antaño cuando mi hijo era fan de los “Cantajuegos” con la famosa canción infantil que reza: “este puente va a caer, va a caer, va a caer…” y el puente (o la muralla) calló, vaya si calló dando fin al primer acto del show para dar comienzo el segundo bloque con un bonito medley con partes de “Metal Invaders”, “Victim of Fate”, “Gorgar” y “Ride the Sky” demostrando un gusto exquisito, y una gran cohesión y complicidad entre toda la banda para continuar demostrando, una vez más que su ley es el “Heavy Metal (is the law)”.

Tras el subidón de metal aparecen Kiske y Deris sobre dos banquetas, se bajan las luces y se iluminan los móviles y ahí está: una de las mejores baladas de la banda: “Forever and one”… sencillamente, apoteósico.

Aparece en primer plano el hombre del gran flequillo: Sascha Gertner con una de sus guitarras “futuristas” marcándose un tremendo solo que fue muy bien recibido por el público.

Finalizando el segundo bloque del concierto con “Best time”, “Doctor Stein” y “How many tears” donde Deris lució unas simpática diadema-orejas de atrezzo. No hemos mencionado hasta ahora precisamente el atrezzo y el tremendo montaje visual que acompaña a todas y cada una de sus performances: elementos fijos, imágenes y vídeos muy bien escogidos que complementan y dan sentido a lo que está ocurriendo en cada uno de los temas interpretados durante el espectáculo.

Esto va dando la sensación de que se acaba pero de repente aparece Andy Deris con una brillante chaqueta roja, bombín y bastón para meterse en el papel e interpretar “The perfect gentleman” tema que disipa las dudas acerca de la caballerosidad y modales de los amantes del rock and roll: Yes We are perfect gentlemans!!!! 

Y antes de salir de escena para ser reclamados en los bises, EL TEMA que no podía faltar: “The Keeper of the Seven Keys” desatando el nirvana musical en el WiZink Center.

Ahora sí que esto se acaba no sin antes deleitarnos con un gran sólo de batería a cargo de Dani Löble y el último temazo de la noche, el que tampoco podía faltar: “I Want Out”.

Los enormes globos-calabaza todavía flotaban por el aire cuando la seguridad del recinto nos sugería dirigirnos hacia la salida con la sensación de que habíamos vivido un tremendo espectáculo a pesar del calor, los desfasados pogos y la amenaza de la lluvia que nos aguardaba pacientemente y de forma intensa, a la salida.

Hemos dejado para el final a propósito, un gran momento ocurrido en las presentaciones de la banda: fue muy emotivo ver como Deris presentaba a Kiske como su cantante favorito, disipando así posibles suspicacias y demostrando, una vez más, que si la banda funciona realmente bien es porque aparte de ser auténticos virtuosos, son una piña dentro del escenario y todos juntos conforman una máquina totalmente ajustada y engrasada que por encima de individualidades funciona a las mil maravillas.

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