Jesucristo, tú me enseñaste el camino (3)

Sólo una cerveza más…


Y antes que Top Gun ya existía Águila de Acero (Sidney J. Furie, 1986). Si tenemos en cuenta que la segunda costó 3 millones de dólares más y recaudó 15 veces menos que la primera, Águila de Acero podría considerarse una película de culto. Para mí fue un punto de inflexión en lo que a música se refiere. Yo ya conocía algunos clásicos heavy y a Queen, y todo el mundo recuerda la escena en la que suena “We’re Not Gonna Take It” de Twisted Sister (muchos conocieron al grupo gracias a esta escena), pero el tema que me enganchó fue el que lleva el título de la peli, “Iron Eagle (Never Say Die)” de King Kobra. Salí del cine con la canción metida en la cabeza y luego pasé mucho tiempo intentando hacerme con la banda sonora o, mejor dicho, buscando a alguien que tuviera el disco, tarea harto difícil. Hasta que un día, en casa de mi abuelo ¡Oh Santo Grial! mi primo sacó el vinilo, y no sólo lo puso en el equipo ¡también me lo grabó en una cinta! Nunca en mi vida he querido tanto a un familiar. El argumento es el siguiente: Doug es un jovenzuelo al que no le gusta estudiar pero pilota aviones que te pasas. Su papá es piloto en las Fuerzas Aéreas y sin querer sobrevuela el espacio aéreo de Libia con su caza de combate (aunque aquí lo llaman Bilia, para no despertar suspicacias, qué pillines), y es capturado y sentenciado a muerte. Doug, con la ayuda de sus amigos y del Coronel Sinclair (Louis Gossett Jr., ganador del Oscar a pegar voces por Oficial y Caballero) monta un plan para burlar la seguridad de la base americana, trinca un avión, se planta en Libia, perdón, Bilia, y rescata a su papá. Chupao. A pesar de su esmerado guión, de las magníficas interpretaciones de sus protagonistas (en particular de Jason Gedrick), del relativo éxito de taquilla y de su excelente banda sonora, Águila de Ácero fue ignorada por completo en las nominaciones a los Oscars de ese año, con toda justicia, porque la película es una mierda y prueba de ello es que hicieron tres secuelas. Yo no he vuelto a verla para no estropear aquellos bonitos recuerdos.

Poco puedo decir que no se haya dicho ya sobre David Lynch, para bien o para mal. Sólo me limitaré a citar dos frases suyas de dos entrevistas que leí hace tiempo: “Para mí el cine es como los sueños ¿y quien entiende los sueños?”; “Nunca explico el significado de mis películas. Prefiero que cada espectador las interprete a su manera”. Menos mal que se dedicó al cine y no a la política. Estafador o genio loco, charlatán de feria o iluminado, con Lynch no casan bien los términos medios. Sea como sea, su cine tiene algo hipnótico que te hace ver sus películas hasta el final. En ellas cabe todo: violencia, sexo, drama, comedia… y sí, el rock también cabe, y del duro. Corazón Salvaje (David Lynch ¿¡no jodas!?, 1990) fue una de tantas películas que he ido a ver un poco a la aventura, y la aventura mereció la pena. Ahora, cuando veo “guión de David Lynch”, me da un poco la risa, y me acuerdo de Sailor (el protagonista, interpretado por Nicholas Cage) en mitad del desierto soltando patadas y puñetazos de karate sonando thrash metal a toda pastilla y será David el que todavía se esté riendo. Y lo preocupante es que no me parece raro… Sailor está locamente enamorado de Lula (Laura Dern) y no permite que nada ni nadie se interponga entre ellos. Y si no que se lo digan al desgraciado que se le ocurre arrimarle la cebolleta a Lula en una discoteca. Sailor es capaz de interrumpirle el bolo a un grupo de thrash/speed metal para partirle los morros al pobre incauto y hacer que ese mismo grupo le toque una canción de Elvis ¡y que le haga los coros! Y David tronchándose. Grande Sailor interpretando Love Me y grandes Powermad, la banda en cuestión. El tema que suena es “Slaughterhouse” y su discografía se limita a un único disco (Absolute Power). David Lynch les concedió su merecido momento de gloria.

Y hasta aquí algunos de los recuerdos de mis experiencias rockcinéfilas en el cine. Y digo en el cine porque el resto las tuve a través de la televisión y el vídeo, y de ello hablaré más adelante. Seguramente se echarán en falta algunos clásicos como Hair, Grease, Easy Rider, Vanishing Point, Quadrophenia, y muchas otras que he omitido por no haber tenido oportunidad de verlas en una sala de cine. Pero el tema rock-cine es tan amplio que espacio y tiempo habrá para todas sus variantes, desde videopics hasta documentales, pasando por las comedias adolescentes de los 80 y las películas de acción y sin olvidarnos del cine de terror, faltaría más. Seguid en línea.

Sé el primero en comentar

Dejar una contestacion

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.