Más de un año sin ver una banda en vivo y sin embargo el mismo nudo en el estómago, esos nervios preliminares que todos sentimos, los que amamos este formato, los que en cada jornada conciertil, antes de esta pesadilla covidiana, estábamos expectantes ante lo conocido o lo desconocido, si nunca habíamos visto a esa u otra banda determinada, sea del género que fuese, siempre por bandera el rock y en todas sus variantes.
Ni me lo pensé un minuto cuando leí que los albaceteños Angelus Apatrida se enorgullecían de ser nº 1 apenas unas semanas antes de dar un concierto en este extraño formato, es decir, aforo reducido, sentados, separación entre los no convivientes, gel hidroalcohólico, etc, etc … Sin embargo, cuando caí en la cuenta de que había que cruzar la frontera entre comunidades, ya era poseedor de una de las exiguas entradas para las 21:00 horas del pasado sábado 20 de marzo. Arriesgarme era lo que me correspondía, pero era más poderosa la fuerza del corazón y las ganas que la lógica o la prudencia. Así que sin sopesarlo mucho más, a las 17:10 horas salí de Ciudad Real rumbo a la capital del desatino político y tras casi 3 horas de incertidumbre y temores, me planté en la cola de la entrada de la pista derecha de la hiperconocida Sala La Riviera, templo por antonomasia del metal madrileño, del formato gordo, justo antes de los recintos masivos.
Cacheo, toma de datos personales, nombre y apellidos, teléfono de contacto, (todo ello por si hubiera un posible brote, aunque ya sufrí al minúsculo bicho en enero), distancia de seguridad, explicación de las medidas obligatorias dentro de la sala y asignación de un asiento con separación. Total, una excelente cuarta fila un pelín a la derecha del escenario. Perfecto. ¿La sensación?, una mezcla de añoranza por los tiempos pretéritos cuando a esa misma distancia, la sala estaba abarrotada e inexpugnable si no habías llegado con suficiente antelación.
En esos primeros instantes de adaptación, incluso hacía frío, ya que supongo habían ventilado después de la sesión de las 18:00 horas, la cual sorpresivamente no hizo sold outcomo en la que estaba en esos momentos. De hecho, se haría un concierto en streaming para la ocasión. Levanté la mano tal y como procedía para pedir un zumito de cebada, también superextraño, y justo cuando lo estaba escanciando, comencé a rememorar no tan viejas experiencias y recuerdos.
Poco a poco, los asientos dispuestos en la pista se iban completando por orden de llegada e incluso la dichosa espera se me hizo corta porque lo que estábamos presenciando, los prolegómenos de lo que parecía un teatro, formalicos y enmascarados, cuanto menos era bastante surrealista. A todo ello, el escenario estaba flamante, preparado para comenzar a funcionar, para estallar, para insuflarnos un hálito de esperanza en estos tiempos tan lúgubres y caóticos.
Con una puntualidad milimétrica, aparecieron los cuatro jinetes manchegos, medio sonrientes medio concentrados, para dar el segundo pase del día, aunque no se les notó ni un ápice de cansancio, arrancando con “Indoctrinate” de forma violenta, casi encarnizada, más aún después del tiempo que hacía que no nos invadían esas “sonatas” poderosas en nuestro cuerpo, en nuestros cerebros, en general en la percepción sensitiva ante un show de METAL. Al menos yo tuve que adaptarme unos minutos ya que estaba completamente alucinado, con infinidad de sentimientos e imágenes recorriéndome frenéticamente la cabeza. Sin embargo, la complejidad y los cambios de ritmo de este tema bandera de su último disco, se modularon rápidamente a nuestros sentidos y salvo la inconveniencia de todo lo comentado referido a los asistentes sentados en la platea, aquello se parecía bastante a un concierto de thrash metal. “0ne of us” se encargó de apoyar esa aseveración con contundencia y mala hostia, rápida, lacerante y directa.
Tras ella, vítores, cuernos y el primero de los breves speeches que Guillermo Izquierdo dio durante el concierto, en este caso dando las gracias en nombre de la banda por haberse convertido en Nº1 en ventas en España por delante de la muchísima morralla que nos invade, así como el ya sabido streaming que se estaba realizando del concierto, por lo que en varias ocasiones se dirigió también a los asistentes virtuales en inglés, algo que en absoluto nos importó.
Era el momento de continuar con “Bleed the crown”, y fue curioso porque el sonido acababa de mejorar notablemente, había desaparecido cierta saturación que en sus dos primeros temas se percibía. Era eso o que ya estaba conectado al 100 % al show en cuerpo y alma. Desde luego, los cuatro músicos estaban pletóricos, sin fisuras, como si llevaran más de veinte años tocando juntos… y los llevan… y se nota… y mucho, cada uno en su papel, cada uno en su instrumento pero haciendo un combo maestro. Sinceramente, el que no pueda ni crea conveniente destacar de forma especial a alguno de ellos es porque sencillamente forman un bloque sónico espeluznantemente técnico y envidiable. La puesta en escena, a parte de atronadora, era perfecta, con unos juegos de luces acojonantes, y he aquí que mi modesto móvil hacía poco tiempo que había dejado de enfocar y debía hacer alguna foto para esta crónica, por lo que a la pareja que justo tenía delante de mí, les pedí que me pasaran humildemente antes de que comenzara el show alguna de las fotos que harían. Esta pareja tan maja, Marta y Jorge accedieron a ello y con posterioridad me enviaron sencillamente todas las que habían hecho, algo que me produjo una enorme satisfacción y que les agradecí de sobremanera. Desde luego con desconocidos así, todo es mucho más fácil. Cantidad de veces, si te atreves a ello en estos conciertos, conoces a gente tan altruista y que no tienen por qué acceder a tales peticiones. Espero volver a verlos en otra ocasión.
Con la certeza de que me iba a llevar buenas imágenes del concierto, “Vomitive” emergió sorpresivamente, añeja pero refrescada. En ese momento, el cabeceo del personal, anclados irremediablemente a sus asientos, era frenético, alucinando con lo que se estaba viviendo en La Riviera. Si insisto en lo que se sentía era porque era palpable y de algún modo se estaba transformando esa sinergia en algo único, pero si de por sí ya había un frenetismo casi incontrolable en el personal, todo explotó, metafóricamente hablando, cuando “Of men and tyrants” fue el siguiente tema en ser escenificado de manera salvaje, y es que este tema es muy definitorio de la banda, con una base rítmica bestial y unos riffs endiablados, coros perfectos y la rabiosa voz de Guillermo muy al estilo de la bestia parda Dave Mustaine.
Fue tal el éxtasis conseguido que el propio cantante hizo una señal al público haciendo referencia al vello de punta que le generaba lo que él y sus compadres estaban viviendo encima del escenario. De nuevo dio las gracias y se acordó de los que estaban viéndoles en el streaming. Para el siguiente tema, mencionó a colación la reciente ley de eutanasia que se había aprobado o el derecho a una muerte digna, se trataba de “Childhood´s End”, de nuevo zapatilla y mala leche, simple y llanamente.
Y como el tiempo era limitado e iban a piñón, ni un respiro, ni una intro hasta ese momento, por lo que “Downfall of Nation” de su anterior álbum, entró en escena como un cañón, lo que me hizo recordar la primera vez que la escuché en directo, en el Rock the Coast de Fuengirola en el 2019, y lo muchísimo que gozamos en aquella ocasión a plena luz del día. A escasos 5 metros, era más espectacular aún, tanto como la feroz entrada de batería de Víctor Valera con “Violent dawn”. Y es que los temas se iban sucediendo de forma acelerada, tal y como los cánones del thrash más puro indican, con unas letras de denuncia social y profundas reflexiones sobre la condición humana y sus demencias.
De nuevo agradecimientos, comprobación de que los presentes estábamos más que disfrutando y a la faena con “We stand alone”, cuarto y último tema interpretado de “Angelus Apatrida”, su última e increíble obra, culmen hasta ahora para muchos, incluido un servidor. El set list global fue un repaso donde incluyeron al menos una canción de los siete álbumes, por lo que entraron “End Man” y “Serpents on Parade” de “Hidden Evolution” de forma consecutiva, muy coreadas y aplaudidas. La pareja David ÁlvarezyGuillermo formabanun tándem sólido e infalible, alternándose solos y pasajes cortos pero afiladísimos, pura belleza visual y técnica, y de Albacete, toma ya.
¿Hablé del metrónomo humano Víctor Valera?, pues sin duda uno de los mejores baterías del país, al cual eché de menos en el Download Festival de Madrid del 2018, pese a haber sido sustituido eficazmente entonces por Sebas, el batería de Trallery por motivos de salud. Victor y José Izquierdo al bajo son el otro dúo destroza cuellos de la banda. En definitiva, un cuarteto que en estos momentos se muestra engrasado y perfectamente conectado, con una eficacia contrastada y que se están mereciendo todos los elogios dentro y fuera de nuestras fronteras… y ya era hora contar con músicos patrios que nos den motivos de enorgullecimiento por su extrema calidad y entrega. Pues resulta que estos tipos se encontraban en esos momentos delante de nosotros, apenas unos centenares, ordenadamente sentados pero a punto de saltar, y eso el propio Guillermo lo apreciaba y comentó que le jodía bastante, a sabiendas de los altos niveles de adrenalina que todos poseíamos. Aprovechando la coyuntura, soltaron cual animal enjaulado las clásicas “Give´em war” y “Versus the world” para goce sublime de sus fanáticos más antiguos y el coreado estribillo de este último temazo.
Ahora sí, ligera retirada de la banda del escenario, oscurecimiento del mismo, y la excelsa “Sharpen the guillotine” es interpretada magistralmente entre la euforia del personal, y es que ya habían avisado de que el concierto estaba en sus postrimerías por lo que esta y “You are next”, la andanada final, el último obús, servirían de colofón perfecto para un concierto perfecto el dado por Angelus Apatrida pese a su hora y veinte de duración.
Las últimas palabras de Guillermo Izquierdo fueron de esperanza, de que estábamos en el camino de recuperar todo el tiempo perdido y que seguramente todo vuelva a una cierta normalidad. Yo me lo creo, y si lo aseveran estos tipos, mucho más, total, nos habían regalado uno de los momentos más felices, honestos y vitales desde que la pandemia nos condicionó la vida, y por cierto, nosotros, los que lo vivimos allí sentadicos y enmascarados, probablemente también hicimos lo mismo con ellos.
Reciprocidad y pura empatía, magnífica simbiosis metalera, como resultado, una inolvidable noche.
Up the Angelus!!!!
Dejar una contestacion