Demolition Metal Party 2023 (II parte: Mortal Maze y Medictum)

Tras departir, ahora sí con un mayor número de alucinados metaleros, tocaba el turno de disfrutar de un giro de tuerca en este mini festival llamado Demolition Metal Party, un giro al thrash puro con alguna mezcolanza, era hora de Mortal Maze y Medictum.

Mortal Maze
Los naturales de Segovia eran la banda exótica de la noche, y dado el número de personas que ya les conocían, ellos mismos se sentían como en su casa. Pues bien, una vez que la banda se apostada en el escenario, y nosotros en la platea expectantes y con muchas ganas de verles, comenzaron con esa intro fantasmagórica, con ese reloj de fondo y ese punteo de guitarra, el mismo inicio que en el álbum, el primero y homónimo que hasta la fecha tenían en el mercado. Through the tryptychdaría paso a “Mortal Maze”, y de ahí en adelante, todo el fabuloso e íntegro disco debut. 

Welcome… to the Mortal Maze, bienvenidos al laberinto mortal, y de eso trataron toda la velada, de llevarnos a una espiral de thrash, speed metal y de un no parar de cabecear y de disfrutar, cumpliendo su cometido sobradamente. Héctor Velasco es un condenado frontman con una particular voz, muy de la vieja escuela con alternancia de agudos y voces más limpias. Con “Ghost”, esa increíble y sorprendente canción, para mí la mejor por esos pasajes guitarreros acojonantes, donde el propio Héctor se batía con Diego de la Viuda en unos bestiales duelos melódicos. Bestialidad y melodía, cómo me enloquece ese binomio. Para ello “A new hope” solo corroboraba todo esto haciendo que la sala ya no parase de botar.
Si este tándem de guitarras era demoledor, el otro bloque sónico, Fernando López al bajo e Iván Velasco a la batería, eran dos artificieros impertérritos que imprimían una prolongada fortaleza a todo el conjunto. 

Casi sin darnos cuenta, tema tras tema, rápido, eficaz y pulido, se iba sucediendo, e íbamos masticando con extrema rapidez el concierto, por lo que la presentación de “Social Zombie” nos hizo respirar un poco, pero solo era esa intro tan molona y ochentera, tres, dos uno… fuego, blast beat y furia a base de bien. En ese momento me percaté que el sonido no era del todo lo nítido que querría o que al menos hubiera querido, sin embargo, a lo largo del concierto fue maquillándose. A las huestes presentes no les importaba este detalle en demasía porque éramos en esos momentos sus zombificados metalheads. Y que decir de “One more beer”, una ligera “tonada” u oda a ese líquido tan fundamental, por supuesto con unos solos de guitarra, mucho mejor.

Ya sin demasiadas dilaciones, no dejaban resuello alguno y pasaban a otro tema, en este caso “Burn church, Burn”, la verdad otra de mis favoritas, densa, con multicapas y con la voz más limpia de Héctor, recordándome a ratos a Daron Malakian de los S.O.A D. por la manera de hacer ese singular vibrato. En cualquier caso, un temón que en directo es un cañonazo.

Lo más importante es que todos nos lo estábamos pasando de lujo, incluidos los intérpretes Iván y Fernando que al mando de sus instrumentos respectivos nos machacarían con los inicios de “At the dark shadow of God” y “From here to the nothingness”. Ráfagas de mala leche, velocidad y decibelios bien impostados que no paraban de conectarse, que hacían que cada canción cobrara una dimensión única y particular, incluso si no habías escuchado previamente el álbum. Esa es una de las virtudes de Mortal Maze, sus composiciones tan variadas, con todos los detalles del género, pero emocionantemente distintas. Temas variopintos sin que ninguno pierda sentido, frescura y no resulten tediosos.

Con “The eyes are cut”, esta creencia cobraba y confirmaba para mí todo el sentido, ese estribillo y ese doble pedal me volteaba la cabeza, para luego disfrutar, deleitar y paladear los guitarrazos de Héctor y Diego, llegando a un precipitado final, entre otras cosas porque no había ni más tiempo ni más repertorio. Para ello, los segovianos nos reservaban un tema muy Angelus Apatrida, “Beyond the end”, última bala en un concierto en el que nos habían ametrallado con fiereza, a sabiendas de que eso era lo que necesitábamos. Simbiosis total con este grupazo que tuvo el arrojo de hacerse una bestialidad de kilómetros y que nos deleitó con sus creaciones. Así se lo agradecimos todos, así lo entendimos… y así se queda reflejado. 

Grandísimos metaleros venidos de las yermas estepas castellano leonesas, regresad pronto!!!!

 Medictum
Este maduro pero joven grupo era el colofón a una emocionantísima noche, a un evento muy bien organizado de principio a fin contando con la colaboración inestimable del técnico de sonido que se lo curró de lo lindo, y que se amoldó a cada uno de los grupos. 

Medictum era el grupo anfitrión por antonomasia, era la guinda al pastel o el último y rabioso latigazo sonoro de la noche, lo que en realidad se convirtió en una fiesta colectiva. Pero antes de ello, estos sevillanos mega simpáticos, se subieron al escenario pasada la medianoche para azuzarnos una nueva colección de originales y cañeras canciones. Antonio Medina, guitarra y voz, se haría cargo del peso de la banda, por sus poses, por ese endiablado pelo, por esa voz de ultratumba (sorprende un poco su transformación cuando hablas con él fuera de contexto y con el pelico recogido). Tras la Intro acústica inicial, “¿Quién viene más?” abriría ferozmente el concierto. Sublime la parte final de esta canción, la cual me sigue poniendo los pelos de punta, muy épica.

Y qué mejor que “Nuevo amanecer” para imprimir una dosis de velocidad y de crítica contra la violencia machista, tan necesaria que hay que recordarla, y si es desde unas líneas y partituras heavy thrash metaleras como ya hicieran Kathew esa  misma noche, mejor. Decidieron bajar ligeramente el acelerador con “Para ti”, tema de los más melódicos de los interpretados esa noche, parte de su fabuloso disco Juego de Sombras. Similar corte tuvo “Mi oscuro pasaje”, de menos a más el furibundo volcán energético que representa Antonio. Las figuras de Manuel Medina al bajo y Rafael Córdoba emergían a ambos lados del epicentro de ese escenario, infalibles y concentrados, del mismo modo que el metrónomo humano y descamisado de Silvano Olalla, el cual parecía un pulpo con baquetas.

Sin dilación, “La noche más larga” sería la continuación de un concierto en el que el público estaba gastando sus últimas baterías, aunque curiosamente estas se recargaron de manera súbita cuando los primeros acordes de “Domination” de Pantera comenzaron a brotar por los altavoces conectados a los instrumentos de unos entusiasmados Medictum por esa ferviente emoción. Una auténtica locura y un acierto que sería el inicio del final, el apoteosis de una noche pseudo veraniega sevillana donde “Ministerio del miedo” y sobre todo “Todos o ninguno”, en la cual se desplegaron encima del escenario algunos de los artistas que tocaron esa noche, pusieron el punto y final de una actuación para enmarcar. Ver aquella ultima escena simplemente fue hipnótica, magníficamente caótica y que daba cuenta de la camaradería y del buen rollo que se había producido durante esas ultimas 7 u 8 horas, de la simbiosis que se había generado, donde Medictum, precisamente ellos, tuvieron muchísimo que ver. 

Con la ultra conocida “Bella Ciao” se despedían tanto Medictum, los cuales nos habían dejado rendidos, extasiados y entusiasmados, como los participantes en esa especie de Comunidad del Anillo del Metal. 

Punto y final de una velada musical increíble, de las mejores que recuerdo, donde fui acogido, recibido y atendido como a uno más, de esas veces en la que te vas a la cama satisfecho por todo lo acontecido, reconociendo lo mágica que había sido dicha noche, sin duda para intentar repetir, donde huestes de diversos lugares charlaron conmigo, como por ejemplo el encantador Nacho, miembro organizador del próximo Purethrash Metal de Jerez de la Frontera, del mencionado Alberto Olea, megáfono de Marabunta o de otros que simplemente mencionaron a Celtibeerian, Evil Impulse o River Crow al saber mi procedencia. Todas estas sensaciones provocadas por Armagedón, Kathew, Mortal Maze y Medictum, los verdaderos artífices de que uno aún siga confiando que esta maravillosa música en esta vertiente tan dura, siga latente, siga tan viva. 

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