En esta cuarta edición del Delirium Soul Fest en la Sala Nana, la apuesta no podía ser más fiable ni atractiva, aunque el evento se deslució un poco en cuanto a la cantidad de público se refiere, ya que había otras dos apuestas musicales ese día en la capital. Aún así, los que estuvimos, disfrutamos de lo lindo, a base de metal que es lo que nos gusta ver, sentir y casi palpar.
Delirium Soul nos presentaban de manera casi íntegra su segundo álbum “Delirio”, y los gaditanos Guadaña, “Karma” su tercer disco, en el mercado desde febrero de este mismo año.
Así que después de los preámbulos de pruebas de sonido y demás preparativos, se presentan en el escenario Delirium Soul con la oscura y monumental Intro Insania, que daría paso a Delirio, que destilaba rabia por los cuatro costados, lacerante y un acertado inicio de un show que adolecería algún que otro fallo de coordinación en la base rítmica, pero que se suplió y se solventó conforme el set list fue discurriendo, los nervios diluyéndose y el público arropando incondicionalmente a la banda. Al acecho fue el siguiente tema en salir a la palestra, heavy de la vieja escuela con un Chavi muy cómodo y ocupando su status de frontman.
Era el turno de Muñecas de arena y trapo, de su primer disco, revitalizada y reconvertida en directo, que habla de la explotación sexual, desgraciadamente temática siempre actual.
Cruzado, rampante corte de temática medieval con solos de Ramón Martín y José Antonio Villena. Para entonces, la interacción con el respetable era más que latente, y los temas se iban sucediendo rápidamente, dejando un regustillo y una expectación máxima porque llegaban los temas más esperados, como fue la balada Princesa, después de Traidor, un corte power/ heavy metal del primer disco, efectivo y efectista.
Ese fue uno de los momentos más emotivos de la noche, cuando se subió al escenario María José (ex -Zeniza), y suplió magníficamente la voz de la versión original del disco. Se produjo una enorme simbiosis vocal entre la cantante y Chavi que nos dejaron con la boca abierta, y eso que particularmente, las baladas en los conciertos me gustan menos. Ésta fue preciosa.
Pero el ritmo volvió a acelerase con Ave Fénix, una de los mejores canciones del álbum, completa, con cambios de ritmos, medios tiempos, dobles bombos, con José Antonio Jiménez dándolo todo sin miramientos al bajo. Como la vuelta que le dan a La maldición, de similar estilo y hechura.
Y…. ¡que llega LA COVER!, y hay que fastidiarse que sea LA, porque podría ser otra, pero como me toca de lleno… Hail and Kill de los Manowar es para enmarcarla, y estos chicos la hacen bastante bien, la enriquecen y como es difícil que los neoyorquinos caigan de gira por estas tierras baldías, las posibilidades de escuchar este tema en directo son casi nulas. El caso es que nos ganaron a todos, la coreamos, nos desgañitamos y encendió si cabe más aún al público (van a tener que hacerla casi desde el principio porque tocan en la tecla de “ignición inmediata”).
Soñador, fue una de las sorpresas de la noche, un medio tiempo pseudo acústico muy chulo, potente y fiable, con unas guitarras que “lloraban” la temática melancólica.
Llegaba el turno de Pacto, canción grabada con la colaboración de Víctor G. Nieto a la guitarra y Toño Ramírez a la voz, ambos de Evil Impulse (por diferentes motivos no pudieron asistir). Los cinco jinetes de Delirium Soul se la curraron e hicieron de esta canción en directo un tema para recordar, del que será uno de sus himnos emblemáticos, un tema esencial en sus shows. Y es que tiene miga como composición, armónica, cañera, sutil, perfecta. Sin duda mi favorita, y por la reacción del respetable, un auténtico “caballo ganador”.
La sombra del Faraón entra a ritmo de guitarrazos orientalizados que se powerizan, se ralentizan y se convierten en hipnóticos sonidos que nos transportan a esa época histórica y sus vicisitudes, con tappings y golpes de bajo por doquier.
Puro Metal, es Delirium Soul. Oda a los conciertos. Éste es un tema hecho para Javier Villena, su lucimiento a la batería, con cambios de ritmo frenéticos, pedaleras ardientes y giros rimbombantes, que se continuarían con Buscando mi destino, penúltimo corte del set list, y que se cerraría con La última Batalla, con la que emprenderíamos rumbo al siguiente grupo cual infantes pertrechados con armaduras, aperos de guerra y corazones henchidos.
Mención especial para las colaboraciones en el concierto de María José y Antonio Roma en los teclados, que ampliaron las tesituras y decoraron el show de manera excelente.
Delirium Soul habían descargado con fuerza esa noche cual tormenta, y lo más seguro es que en el siguiente envite, lo harán con más seguridad y energía, fruto de la confianza y del trabajo constante que deberán afianzar. ¡Puro Metal!
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